Cuando el ángel habló, María tenía más preguntas que certezas. La obediencia no siempre llega con claridad, pero sí con disposición. Muchos quieren obedecer con garantías absolutas, cuando la voluntad de Dios se abraza con confianza más que con control. De modo que hoy contempla la grandeza de aquel simple “sí” que abrió la puerta para la encarnación.Además, el “sí” de María no fue emocional; fue sacrificial. Aceptó críticas, rumores, incomodidad y riesgo. Así pues, recuerda que tus “sí” también tienen peso: cada obediencia, por pequeña que parezca, abre un espacio donde Dios puede obrar. Quizá tu “sí” restaure un hogar, transforme una relación o encienda una nueva temporada espiritual.A veces, el mayor acto de fe es responder como María: “Heme aquí”. Ese sí puede cambiar no solo tu historia, sino la de quienes te rodean. La Biblia dice en Lucas 1:38: “Entonces María dijo: He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra”. (RV1960).
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Fe que se adelanta al milagro
María creyó antes de ver. Su fe se adelantó nueve meses a la evidencia. Sin embargo, muchos esperan ver resultados antes de confiar, cuando la fe bíblica siempre da el primer paso sin garantías visibles. De modo que hoy sigue el ejemplo de esta joven que, sin entenderlo todo, dijo: “Hágase conmigo conforme a tu palabra”.Además, la fe que se adelanta al milagro no es impulsiva; es obediente. Surge en corazones que escuchan, se rinden y responden sin exigir explicaciones. Así pues, piensa en una área de tu vida donde Dios te está llamando a confiar antes de ver: una relación que necesita restauración, una decisión que requiere valentía o un sueño que parece imposible.Atrévete a creer antes del resultado. Los milagros suelen comenzar con un “sí” que honra a Dios más que a la lógica visible. La Biblia dice en Lucas 1:45: “Bienaventurada la que creyó, porque se cumplirá lo que le fue dicho de parte del Señor”. (RV1960).
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Voz en el Desierto
Juan el Bautista no predicó desde un templo decorado, sino desde un desierto silencioso. Dios suele levantar voces en lugares donde nadie espera revelación. En una temporada llena de ruido, agendas y compras, la voz de Dios puede perderse entre distracciones que drenan el alma. De modo que hoy presta atención a esa “voz en el desierto” que te invita a preparar el camino del Señor Jesús.Además, Juan no llamó a decorar el exterior, sino a enderezar el corazón. La verdadera preparación espiritual no empieza con luces ni villancicos, sino con un arrepentimiento humilde que hace espacio para la presencia divina. Así pues, identifica hoy aquello que necesita enderezarse: un hábito, una actitud, una prioridad. El desierto, cuando se entrega a Dios, se convierte en taller de transformación.Permite que la voz del Espíritu te guíe a un Adviento más profundo, menos superficial, más rendido. Allí comienza el verdadero camino hacia la Navidad.La Biblia dice en Marcos 1:3: “Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor; enderezad sus sendas”. (RV1960).
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Cuando Dios Parece Tardar
Simeón esperó toda una vida para ver lo que Dios le había prometido. La fe madura aprende a esperar sin rendirse. Cuando las respuestas se demoran, la ansiedad susurra que “Dios nos olvidó”. Recuerda que la aparente tardanza divina no es desinterés; es sincronía perfecta con un propósito mayor.Dios prepara tu corazón mientras prepara Su respuesta. Además, Él no tarda por indiferencia, sino porque Su voluntad siempre incluye formación, alineación y madurez. Así pues, adopta la postura de Simeón: espera con esperanza activa, no con resignación. La fe que espera sigue orando, sirviendo y bendiciendo, aunque no vea todavía.Cada día en que “no pasa nada” puede ser justamente el día en que Dios está ordenándolo todo detrás del telón. Confía en Su tiempo, aunque no entiendas Su agenda.La Biblia dice en Habacuc 2:3: “Aunque la visión tardará aún por un tiempo… espérala, porque sin duda vendrá, no tardará”. (RV1960).
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Esperanza en Camino
El Adviento proclama una verdad que sostiene al alma: la esperanza no es un deseo frágil, sino una promesa que avanza hacia nosotros. Así es, Dios no improvisa. Él prepara. No obstante, muchos pierden esperanza porque contemplan más la oscuridad que la luz del Señor Jesús. De modo que hoy abras los ojos a esta certeza: la esperanza está en camino, como aquella noche en Belén cuando el cielo se inclinó hacia la tierra.Adviento nos invita a vivir con expectativa. Dios sigue acercándose a familias cansadas, corazones inquietos y vidas que buscan dirección. Además, la esperanza crece cuando la alimentas con oración, silencio adorador y obediencia sencilla. Así pues, no permitas que el cansancio apague tu anhelo; la fe que espera mantiene el corazón despierto.Recibe este día como un anuncio del cielo: el Dios que vino, viene y vendrá continúa caminando hacia ti con gracia renovada. La Biblia dice en Romanos 15:13: “Y el Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer”. (RV1960).