Durante la Segunda Guerra Mundial, Helena, una joven polaca profundamente creyente, escribió en su diario: “El sufrimiento no apaga la luz, la intensifica”. Vivía rodeada de escasez, miedo y violencia, pero su fe la mantenía firme. Años después, sus escritos serían conocidos en todo el mundo como testimonio de esperanza en medio de la oscuridad.
Su historia refleja una verdad espiritual profunda: cuando todo a tu alrededor se apaga, lo que Dios ha encendido en tu interior sigue brillando. No necesitas una vida sin pruebas para reflejar la gloria de Dios. De hecho, la fe resplandece mejor cuando la noche es más oscura.
Hoy, si te encuentras en una etapa difícil, recuerda que tu luz puede ser guía para otros. No la apagues. No te escondas. Dios brilla en ti. La Biblia dice en Mateo 5:16: “Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos” (RV1960).
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072925 - El Pozo que Se Secó y Dio Vida
En el año 2014, en Turkana, al norte de Kenia, miles sufrían una sequía severa. Pero una exploración satelital reveló algo inesperado: bajo la tierra reseca se escondía un enorme acuífero. Lo llamaron el “pozo perdido”. En medio del desierto, brotó agua. Comunidades enteras florecieron nuevamente. Lo que parecía una tierra muerta escondía una fuente de vida. Esta historia fue registrada por la UNESCO y medios internacionales.
En nuestra vida, también hay temporadas secas. Momentos en los que oramos y sentimos silencio. Donde servir a Dios parece pesado y avanzar, imposible. Pero debajo de esa sequía, hay depósitos de gracia listos para ser activados.
No vivas solo en la superficie. Cava más profundo en oración, en la Palabra, en fe. Lo que hoy ves como desierto, mañana puede ser huerto si no te rindes.
La Biblia dice en Isaías 41:18: “En las alturas abriré ríos, y fuentes en medio de los valles... y pondré en el desierto fuentes de aguas” (RV1960).
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072825 - El Remador que Venció con el Corazón
En el año 1992, la atleta canadiense Silken Laumann sufrió una lesión devastadora que casi la deja fuera de las Olimpiadas. Su pierna fue gravemente dañada en un accidente de entrenamiento, pero semanas después, regresó a competir y ganó medalla de bronce en Barcelona. En entrevistas, dijo: “Mi cuerpo no era perfecto, pero mi corazón sí estaba listo”. Su historia fue registrada por la prensa internacional como un testimonio de resiliencia.
También en la vida cristiana, muchas veces no llegamos con todas las fuerzas, pero sí con el corazón dispuesto. Dios no busca atletas espirituales sin cicatrices, sino personas que aún heridos, siguen remando.
Quizás hoy sientes que apenas avanzas. Pero cada remada en fe, aunque lenta, te acerca a la meta. Dios no te mide por velocidad, sino por fidelidad. No te rindas. Remar con lágrimas también cuenta como adoración. La Biblia dice en Filipenses 3:14: “Prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús” (RV1960).
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072725 - La Biblia que Detuvo una Bala
No todos los escudos están hechos de metal. En una vitrina del Imperial War Museum en Londres se exhibe una Biblia con una bala incrustada en sus páginas. Perteneció a William Thomas, un soldado británico durante la Primera Guerra Mundial. Mientras servía en el frente occidental, fue alcanzado por una bala enemiga en el pecho. Sin embargo, el proyectil no perforó su cuerpo, sino que se detuvo al impactar el pequeño Nuevo Testamento que llevaba en el bolsillo de su uniforme. Su vida fue preservada, y su familia guardó la Biblia como un símbolo del poder protector de Dios. Décadas después, su nieto la donó al museo como testimonio histórico y espiritual.
Este acontecimiento no es simplemente una coincidencia; es una invitación a reflexionar sobre la importancia de llevar la Palabra de Dios no solo cerca del cuerpo, sino del alma. En tiempos de guerra o paz, la Escritura sigue siendo escudo, espada, luz y fundamento. No basta con poseer una Biblia. Es necesario atesorarla, meditarla y permitir que transforme nuestra mente y corazón.
Hoy más que nunca, necesitamos una fe que se mantenga firme ante los ataques del enemigo. Eso comienza guardando Su Palabra. La Biblia dice en Salmos 119:11: “En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti” (RV1960).
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072625 - El Espejo que No Miente
En el año 1960, la fotógrafa estadounidense Diane Arbus comenzó a retratar personas que vivían en los márgenes de la sociedad. Su estilo era directo, sin retoques. Al preguntarle por qué no embellecía sus imágenes, respondió: “Porque el espejo no miente. Solo muestra lo que muchos no quieren ver”. Su obra fue reconocida por mostrar la verdad sin filtros.
De la misma manera, la Palabra de Dios actúa como un espejo para el alma. Santiago dice que quien escucha la Palabra y no la pone en práctica es como el que se mira al espejo y se olvida de cómo es. La Biblia revela no solo nuestras debilidades, sino también el potencial que Dios ve en nosotros. Nos muestra pecado, pero también promesa.
En un mundo donde muchos maquillan la verdad, necesitamos volver al espejo de la Escritura. No para sentirnos mal, sino para ser transformados. Dios no revela para humillar, sino para sanar. Mírate en Su Palabra y permite que te forme a Su imagen. La Biblia dice en Santiago 1:25, “Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace”.