Hace dos siglos, en 1816, el naturalista alemán Lorenz Oken creó el género Panthera para agrupar a todos los félidos con manchas. Un siglo más tarde, en 1916, el zoólogo británico Reginald Innes Pocock revisó la clasificación de este género y, basándose en ciertas características del cráneo, lo redujo a cuatro especies: el tigre (Panthera tigris), el jaguar (Panthera onca), el leopardo (Panthera pardus) y el león (Panthera leo), que ni siquiera tiene manchas, aunque sus cachorros sí las tienen. Análisis genéticos recientes indican que el leopardo de las nieves, antes catalogado como Uncia uncia, también pertenece a este género, por lo que su nombre científico es ahora Panthera uncia. El fósil más antiguo del género Panthera es Panthera principialis, que vivió en Tanzania hace 3,7 millones de años, durante el Plioceno.
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El incierto origen de los anfibios modernos
Los fósiles más antiguos del grupo de los anfibios modernos, formado por las ranas y sapos, las salamandras y tritones, y las cecilias, los lisanfibios, se remontan al Triásico, hace unos 250 millones de años. Las ranas más antiguas que conocemos son Triadobatrachus y Czatkobatrachus, que vivieron en el Triásico inferior, hace unos 250 millones de años. Con las salamandras y tritones pasa algo parecido. Los fósiles más antiguos, descubiertos en Kirguistán en los años 70, son los de Triassurus, del Triásico superior, hace unos 230 millones de años. El registro fósil de las cecilias es aún más escaso. El primer fósil de estos anfibios sin patas semejantes a grandes lombrices, una vértebra aislada, se descubrió en 1972. Hasta 2023, la cecilia fósil más antigua era Eocaecilia, del Jurásico inferior de Arizona, con una antigüedad de entre 175 y 200 millones de años.
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Los dinocéfalos, animales de cabeza terrible
Hace unas semanas, un oyente nos pidió un episodio sobre los dinocéfalos del Pérmico medio. ¿Qué son los dinocéfalos? Dentro del grupo que dio origen a los mamíferos, los dinocéfalos son una rama lateral que se extinguió sin descendencia a mediados del Pérmico, hace unos 260 millones de años. Los terápsidos eran animales cuadrúpedos; aparecieron en el Pérmico y fueron dominantes hasta finales del Triásico, cuando estuvieron a punto de desaparecer en la extinción masiva del Triásico-Jurásico, lo que propició el auge de los dinosaurios. Los terápsidos se caracterizan por la posición de las patas más vertical y la postura más erguida que la de los reptiles, y por la aparición de dientes diferenciados: incisivos para cortar, caninos para perforar y desgarrar, y molares para triturar los alimentos.
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Ichthyornis, Hesperornis y Vegavis, tres aves acuáticas del Cretácico
Hace siglo y medio, en 1870, el geólogo estadounidense Benjamin Franklin Mudge descubrió en Kansas los restos fósiles de un ave con dientes. En 1872, envió los restos a Othniel Charles Marsh. Sin embargo, Marsh no reconoció de primeras la importancia del fósil, puesto que creyó que las mandíbulas dentadas no pertenecían al ave, sino a una nueva especie de reptil marino, al que llamó Colonosaurus mudgei en honor de su descubridor. El ave recibió el nombre de Ichthyornis, “ave-pez”, debido a la semejanza de sus vértebras cóncavas con las de los peces. En 1873, al extraer los fósiles de la roca, Marsh reconoció su error. Ichthyornis se convirtió en la primera ave fósil con dientes conocida, lo que reforzó la teoría de la evolución de Darwin, y la hipótesis de la relación evolutiva entre las aves y los reptiles.
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Los euriptéridos, escorpiones marinos.
Aunque los euriptéridos no son realmente escorpiones, algunos, como Terropterus, que vivió hace aproximadamente entre 440 millones de años, tenían una gran semejanza con ellos. Poseía una cola en forma de aguijón curvado, que podía proyectar hacia adelante por encima de la cabeza y el tercer par de apéndices recuerda a las pinzas de los escorpiones. Algunos podían salir a tierra firme, como demuestra un rastro fósil de seis metros de largo y 95 centímetros de ancho descubierto en 2005 en rocas del Carbonífero de Escocia. El tamaño y la anatomía de las patas que dejaron el rastro se corresponde con un ejemplar de 1,6 metros de longitud del euriptérido Hibbertopterus. Las patas, de distintos tamaños, se movían a la vez, y el animal reptaba despacio, con movimientos torpes, arrastrando la cola.