¿Alguna vez has sentido que hay algo más?Algo más grande que tus planes, más profundo que tus logros; algo que te llama, no con palabras, sino con una inquietud dentro de ti. En un mundo que corre para tener más hay un secreto que pocos descubren.La verdadera riqueza se mide de una manera que quizá no habías considerado antes.
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El poder de las historias Parte 3: Plantando semillas
Una semilla parece algo pequeño, insignificante… y sin embargo puede contenerlo todo. El sembrador la deja caer con generosidad, pero no en todos los lugares sucede lo mismo.Jesús habló de esto, de un misterio oculto en la tierra y en el corazón. Porque no siempre es evidente lo que vendrá después de plantar la semilla. La verdadera pregunta no es sobre la semilla ni sobre el sembrador… sino sobre algo más profundo, algo que cada uno debe descubrir en sí mismo.
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El poder de las historias Parte 2: Cosas perdidas
Un hijo tomó una decisión inesperada: se alejó, buscó su propio camino y, en el proceso, lo perdió todo. Años después, sin nada en las manos, emprendió el viaje de regreso… con el corazón cargado de dudas. ¿Qué lo esperaba en casa? ¿Reproches? ¿Juicio? ¿Silencio?Jesús contó esta historia para revelar algo que desafía nuestra lógica. Un misterio que no encaja del todo en nuestra idea de justicia. Algo tan desconcertante que puede cambiar cómo entendemos la misericordia.
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El poder de las historias Parte 1: Siervo rencoroso
Un hombre cargaba con una deuda que ningún esfuerzo humano podía pagar y, sin explicación, fue perdonado. Pero apenas fue liberado, condenó a otro por una deuda mínima. Jesús cuenta esta historia y la coloca frente a nosotros como un espejo: ¿qué hacemos cuando alguien nos debe menos de lo que se nos ha perdonado? Tal vez el verdadero peso no esté en la deuda… sino en lo que nuestro corazón revela al enfrentarse a ella.
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Los Responsables Parte 4: El “yo” que nadie ve
Puedes aparentar control, fe y éxito… hasta que lo que llevas dentro empieza a salir a la luz. Esta última parte te reta a enfrentar al único enemigo que puede arruinarlo todo: tu “yo oculto”. Porque tarde o temprano, lo interno se vuelve externo.