Evangelio del Martes 4 de Febrero. Marcos 5,21-43
Mc 5,21-43.Cuando Jesús regresó en la barca a la otra orilla, una gran multitud se reunió a su alrededor, y él se quedó junto al mar.Entonces llegó uno de los jefes de la sinagoga, llamado Jairo, y al verlo, se arrojó a sus pies,rogándole con insistencia: "Mi hijita se está muriendo; ven a imponerle las manos, para que se cure y viva".Jesús fue con él y lo seguía una gran multitud que lo apretaba por todos lados.Se encontraba allí una mujer que desde hacía doce años padecía de hemorragias.Había sufrido mucho en manos de numerosos médicos y gastado todos sus bienes sin resultado; al contrario, cada vez estaba peor.Como había oído hablar de Jesús, se le acercó por detrás, entre la multitud, y tocó su manto,porque pensaba: "Con sólo tocar su manto quedaré curada".Inmediatamente cesó la hemorragia, y ella sintió en su cuerpo que estaba curada de su mal.Jesús se dio cuenta en seguida de la fuerza que había salido de él, se dio vuelta y, dirigiéndose a la multitud, preguntó: "¿Quién tocó mi manto?".Sus discípulos le dijeron: "¿Ves que la gente te aprieta por todas partes y preguntas quién te ha tocado?".Pero él seguía mirando a su alrededor, para ver quién había sido.Entonces la mujer, muy asustada y temblando, porque sabía bien lo que le había ocurrido, fue a arrojarse a sus pies y le confesó toda la verdad.Jesús le dijo: "Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz, y queda curada de tu enfermedad".Todavía estaba hablando, cuando llegaron unas personas de la casa del jefe de la sinagoga y le dijeron: "Tu hija ya murió; ¿para qué vas a seguir molestando al Maestro?".Pero Jesús, sin tener en cuenta esas palabras, dijo al jefe de la sinagoga: "No temas, basta que creas".Y sin permitir que nadie lo acompañara, excepto Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago,fue a casa del jefe de la sinagoga. Allí vio un gran alboroto, y gente que lloraba y gritaba.Al entrar, les dijo: "¿Por qué se alborotan y lloran? La niña no está muerta, sino que duerme".Y se burlaban de él. Pero Jesús hizo salir a todos, y tomando consigo al padre y a la madre de la niña, y a los que venían con él, entró donde ella estaba.La tomó de la mano y le dijo: "Talitá kum", que significa: "¡Niña, yo te lo ordeno, levántate".En seguida la niña, que ya tenía doce años, se levantó y comenzó a caminar. Ellos, entonces, se llenaron de asombro,y él les mandó insistentemente que nadie se enterara de lo sucedido. Después dijo que le dieran de comer.