DIA 312 - Firmes en la Fe
Hoy estaremos leyendo Ezequiel 17-18, Hebreos 13:10-24 y Proverbios 16:1-10. En Ezequiel 17 y 18, Dios usa parábolas para explicar el destino de su pueblo y la justicia de su trato con ellos. En Ezequiel 17, presenta la historia de dos águilas y una vid: una representa a Babilonia, la otra a Egipto, y la vid simboliza a Judá, que había hecho pacto con Nabucodonosor pero rompió su compromiso buscando ayuda de Egipto. Dios le recuerda al pueblo que su ruina no vino por casualidad, sino por quebrantar los pactos y confiar en el poder humano en lugar de en Él. Sin embargo, la parábola termina con una promesa de esperanza: “Yo mismo tomaré una rama del alto cedro y la plantaré... y pondré sobre ella a un retoño que llegará a ser un magnífico cedro.” Esta es una profecía mesiánica, un anuncio del reinado de Cristo, el descendiente de David que traerá vida y justicia.En el capítulo 18, el mensaje se vuelve aún más personal. Dios derriba la idea de que los hijos deben pagar por los pecados de sus padres. Declara: “El alma que peque, esa morirá.” Cada uno es responsable de sus decisiones. Pero también abre la puerta a la gracia: “Si el malvado se aparta de su maldad y practica la justicia, ciertamente vivirá.” Dios no desea la muerte del impío, sino que se vuelva y viva. Reflexiona: ¿Estás asumiendo responsabilidad por tus decisiones espirituales o culpando a otros por tu condición? ¿Estás dispuesto a volverte completamente a Dios para vivir bajo Su gracia?En Hebreos 13:10–24, el autor cierra su carta con un llamado a permanecer firmes en la fe. Recuerda que tenemos un altar espiritual, distinto del antiguo sistema de sacrificios, porque Jesús sufrió fuera de la puerta para santificarnos con su sangre. Por eso dice: “Salgamos, pues, a él fuera del campamento, llevando su oprobio.” Seguir a Cristo implica salir de la comodidad, cargar con la cruz y vivir con una esperanza que trasciende lo terrenal. También exhorta: “Ofrezcamos siempre a Dios, por medio de Jesús, sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan su nombre.” Termina con una oración pastoral: “Y el Dios de paz, que resucitó de entre los muertos a nuestro Señor Jesús, os haga aptos en toda obra buena para hacer su voluntad.” La fe no se limita al altar del templo, sino que se vive cada día en obediencia y adoración. Reflexiona: ¿Estás dispuesto a salir de tu “zona segura” para seguir a Cristo con fidelidad? ¿Tu adoración se refleja solo en tus palabras o también en tus acciones diarias?En Proverbios 16:1–10, la sabiduría enseña que el corazón del hombre puede planear su camino, pero el Señor es quien dirige sus pasos. “Encomienda al Señor tus obras, y tus planes se cumplirán.” La soberanía de Dios no anula nuestra responsabilidad, la completa. Él pesa las intenciones, purifica los motivos y endereza los caminos de quienes lo honran. También dice: “El orgullo precede a la destrucción, y el espíritu altivo, a la caída.” Finalmente, el proverbio nos recuerda que “los labios del rey hablan con justicia cuando Dios guía su corazón.” La verdadera dirección y autoridad vienen de caminar en dependencia de Dios.