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samuel hernández clemente
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  • En espera del segundo ADVIENTO
    EN ESPERA DE UN SEGUNDO ADVIENTO“He aquí vengo pronto…” (Ap 22:12)La primera venida del Señor fue silenciosa, envuelta en pañales y recostada en un pesebre. La segunda no tendrá nada de silenciosa. Y gracias a Dios por ello. El mundo —con toda su fanfarronería secular— necesita un Rey que ponga las cosas en su sitio. Y la Iglesia —con toda su debilidad peregrina— anhela al Pastor que enjuga lágrimas, corrige al soberbio y afirma al humilde. El Adviento nos recuerda que Cristo vendrá otra vez. No “quizá”, no “si el mundo mejora”, no “si la humanidad está lista”. Vendrá porque lo prometió. Y cuando Él promete, cumple.CRISTO VOLVERÁ COMO REY VICTORIOSO “El Señor mismo… descenderá del cielo” (1 Ts 4:16). No es metáfora, ni poesía; es la certeza que sostiene a los santos. El Cordero que una vez fue desechado volverá como León. Su corona ya no será de espinas, sino de gloria. Los poderes que hoy se burlan de la verdad quedarán mudos ante su aparición. Como dijo Agustín, “el mismo Juez que fue juzgado volverá para juzgar”. Y sí, muchos tiemblan al pensar en ese día; los creyentes, en cambio, lo esperan como quien espera al ser amado que ha partido por un tiempo.El segundo Adviento no es el “final del mundo” como lo pinta Hollywood, sino el inicio del mundo que Dios siempre prometió. Es la irrupción gloriosa del Rey que viene a terminar su obra. Y aunque el secularismo trate de convencernos de que la historia se mueve sin rumbo, la Iglesia sabe que la historia tiene dirección, propósito y destino: Cristo sumará todas las cosas en Él (Ef 1:10).LA CREACIÓN SERÁ LIBERADA DE CORRUPCIÓNPablo nos recuerda que “la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción” (Ro 8:21). Eso significa que la naturaleza —esa misma que gime bajo terremotos, enfermedades, maldad y muerte— será transformada. No habrá más cardos ni espinas, ni la sombra de la muerte rondando cada rincón del mundo creado. Por fin veremos lo que debía ser desde el principio: una creación que canta al Creador sin disonancias ni fracturas.El humanismo secular sueña con “salvar el planeta”, pero no puede salvarse ni a sí mismo. Cristo, en cambio, no solo salvará a su pueblo: restaurará el escenario entero donde su pueblo vivirá. No es un “escape al cielo”, sino un cielo nuevo y una tierra nueva (Ap 21:1). La redención no es un plan de rescate improvisado; es el plan eterno donde Dios recupera lo suyo, rehace lo roto y embellece lo que siempre fue bueno.HABRÁ GOZO ETERNO Y ALIVIO EN CRISTOJuan oye al Señor declarar: “He aquí, hago nuevas todas las cosas” (Ap 21:5). No algunas, no la mayoría, sino todas. Y en ese todo estamos nosotros. El Adviento nos empuja a mirar más allá de nuestros cansancios, dolores, pérdidas y frustraciones. No porque debamos ignorarlos, sino porque Cristo los sanará definitivamente.No habrá más duelo, ni clamor, ni dolor (Ap 21:4). La tristeza dejará de ser compañera de vida. El pecado dejará de sabotear nuestros mejores deseos. La muerte dejará de reírse de nosotros. Y el gozo no será un relámpago pasajero, sino un sol permanente.La promesa es clara: estaremos “siempre con el Señor” (1 Ts 4:17). Esa es la dicha eterna. No la eternidad en abstracto, sino la eternidad con Él. Ningún filósofo antiguo ni moderno ha logrado construir una esperanza más sólida. Ningún sistema secular ha podido ofrecer una alegría que no se desvanezca. Cristo sí. Él no da placebos emocionales, da vida verdadera.Y así, mientras esperamos, vivimos EN CRISTO - no con ansiedad desordenada, sino con la expectación de quienes conocen el final de la historia. Somos como peregrinos que oyen, desde lejos, la voz del Maestro diciendo: “He aquí vengo pronto…”. Y nosotros respondemos: “Amén; sí, ven, Señor Jesús” (Ap 22:20).
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    20:59
  • El día final en siete tomas
    ¿Sabías que Apocalipsis nos narra el día final desde siete perspectivas? Es como si se hubiera grabado el día final desde siete cámaras; siendo cada una, un ángulo distinto del mismo evento - para unos será glorioso, para otros será espantoso; para Cristo será victoria, para el dragón será derrota - para los redimidos será reposo, para los no arrepentidos será tormento ¿Desde qué ángulo serás testigo del día final?
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    42:14
  • El bebé que venció al dragón
    Hay escenas en la Escritura que destilan poesía, guerra y evangelio al mismo tiempo. Apocalipsis 12 es una de ellas. Allí vemos a una mujer luminosa, un dragón sediento de sangre y un niño que, para sorpresa del infierno entero, derrota sin espada, sin ejército y sin ruido… simplemente naciendo. El dragón esperaba un combate; Dios envió un bebé. Así es como el Señor suele humillar las arrogancias cósmicas: con ternura que desarma tiranos, con debilidad que pulveriza imperios, con vida que cancela la muerte.
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    24:50
  • CREO en Dios
    Creo en DIOS, porque los cielos cuentan su gloria ¿Acaso hay otra explicación para tanta perfección y belleza en la creación?, Creo en DIOS, porque la Biblia testifica de Él ¿Existe otro libro que pueda infundir paz, gozo, certeza y fortaleza? Creo en DIOS pues la vida sin él está vacía, las noches sin él no tienen descanso, el alma sin él desfallece en hambre y sed. Pero creo en DIOS, quien da la vida, quien sirve el pan en mi mesa, quien guarda mis pasos, quien redime mi alma, el DIOS que no miente ni falta a sus promesas, el DIOS que perdona y otorga gracia, sin límite de horario, sin imposible que se le oponga, lleno de gloria, grande en misericordia, sublime en los cielos, presente en nuestras vidas, soberano sobre todo ¿No es acaso el Dios que necesitamos?
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    7:19
  • YAmilenialismo; Cristo ya reina.
    Podríamos llamar “Yamilenialismo” a la forma reformada clásica de entender el milenio (tema de Apocalipsis 20), tratando de explicarla de manera sencilla: El milenio YA ESTÁ AQUÍ. Los reformados no “negamos” el milenio, más bien afirmamos que el Reino milenial es real, glorioso, concreto, poderoso, presente… y ya está en marcha, porque comenzó cuando Cristo resucitó y “se sentó a la diestra de la Majestad” (Heb 1:3). Desde ese trono gobierna, no como príncipe en espera sino como Rey de reyes, mientras “debe reinar hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies” (1 Co 15:25).1. UN MILENIO PRESENTE, NO UN FUTURO ESPECULATIVOEl Yamilenialismo no espera un reino intermedio más allá del horizonte histórico, ni un paraíso terrenal exclusivo para la nación de Israel. Si Cristo ya reina, esperar otro reinado sería como esperar que un león pida permiso para rugir. Jesús mismo afirma: “Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y en la tierra” (Mt 28:18). Toda significa toda; y “ahora” significa ahora. Por eso, la idea de un reino terrenal por venir, ya sea optimista (postmilenialismo) o étnicamente segmentado (premilenialismo), queda corta frente al testimonio del evangelio:• El Reino llegó con Cristo (Mr 1:15).• El Reino avanza por la proclamación (Mt 13).• El Reino enfrenta y derrota a Satanás (Lc 11:20–22).En otras palabras: no esperamos un milenio; lo estamos viviendo. Un milenio que no es una era de estadísticas triunfalistas ni de geopolítica celestial, sino el tiempo entre las dos venidas del Señor, donde Cristo reina desde el cielo, la Iglesia reina con Él real y actualmente (Ef 2:6) y el dragón ruge porque sabe que le queda “poco tiempo” (Ap 12:12).2. UN REINO DINÁMICO, MISIONAL Y CÓSMICOEl Yamilenialismo afirma que Apocalipsis 20 no describe una utopía terrenal sino la dimensión real, actual y global del reinado de Cristo. Los que “vivieron y reinaron con Cristo” (Ap 20:4) son los santos, transformados por gracia, que pertenecen a “toda tribu, lengua, pueblo y nación” (Ap 5:9). No portan espadas revolucionarias ni despliegan estandartes étnicos; más bien sostienen el testimonio de Cristo, avanzan con la Palabra y resisten al dragón con la perseverancia de los santos (Ap 12:11; 14:12).Si algunos siguen esperando un milenio donde por fin Cristo reine, quizá es porque aún no se han enterado de que Jesús ya derrotó a la serpiente en la cruz (Col 2:15). El Reino no esperó su turno: irrumpió cuando el Hijo del Hombre exhaló “Consumado es”.
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    40:51

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