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unaVidaReformada

samuel hernández clemente
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  • Nos vemos en el PARAÍSO
    La Biblia no escatima en palabras sublimes cuando se refiere al destino final de los redimidos. A lo largo de sus páginas, el cielo, la gloria eterna, el paraíso, la nueva creación, y la morada celestial son términos que surgen con frecuencia, y todos ellos apuntan a una realidad gloriosa: el consuelo definitivo para el pueblo de Dios. Esta variedad de expresiones no es fruto de una confusión semántica, sino del intento divinamente inspirado de mostrarnos la riqueza multiforme de la herencia que está reservada para quienes sean fieles hasta la muerte en la esperanza de la resurrección, la vida eterna y el gozo perpetuo.
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    40:01
  • Una historia de dos funerales
    Había pompa, había flores, había discursos. El ataúd era lujoso, y los asistentes bien vestidos. Al funeral del rico no le faltaba nada… excepto esperanza. A unas cuadras de allí, casi nadie se enteró de la partida de aquel mendigo cubierto de llagas, cuyo cuerpo fue depositado en la tierra sin ceremonia ni elegancia. Dos funerales. Dos historias. Un destino eterno contrastante.Cristo nos relató esta parábola para abrirnos los ojos más allá del sepulcro. Lo que para el mundo es el final, para el alma es sólo el comienzo. Entre la muerte y la resurrección hay un estado intermedio: o una fiesta celestial, o un tormento consciente (Lucas 16:22-23). Lázaro fue llevado por los ángeles al “seno de Abraham”, un símbolo de reposo y comunión eterna con los justos. El rico despertó en el infierno, en medio de llamas y desesperación. La diferencia no estaba en sus condiciones sociales, sino en su relación con Dios.
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    59:02
  • ¿Aceptas un NO por respuesta?
    La oración no es una herramienta para forzar la voluntad de Dios, sino una expresión de rendición a su gobierno y autoridad.En un mundo donde se exalta la autosuficiencia y el derecho a reclamar lo que uno cree merecer, la oración cristiana se presenta como un acto contracultural: un diálogo humilde con el Dios soberano. Cuando el creyente ora, no lo hace para imponer su voluntad, sino para conformarse a la voluntad de su Señor. Jesús mismo nos enseñó a orar diciendo: “Sea hecha tu voluntad, así en la tierra como en el cielo” (Mateo 6:10). Esta sencilla petición encierra una teología profunda: la oración cristiana verdadera está marcada por la humildad, la confianza y la sumisión.Quien ora con fe no exige, sino que se entrega. El cristiano ora como lo hizo el Señor en Getsemaní: “Padre, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú” (Mateo 26:39). Nuestro Salvador, perfecto en obediencia, mostró que la oración no consiste en arrancar un “sí” de los labios del Padre, sino en rendirse con paz al “no” que a veces Él, en su sabiduría, pronuncia.DIOS NO SIEMPRE RESPONDE “SÍ”, PERO SIEMPRE RESPONDE CON GRACIAUna de las pruebas más difíciles para la fe no es cuando Dios tarda en responder, sino cuando responde con un “no” claro y rotundo. ¿Cómo reaccionamos ante la negativa de Aquel a quien clamamos? Muchos tropiezan porque creen que la oración debe darles lo que desean. Pero Dios, en su amor, muchas veces nos niega lo que pedimos para darnos algo mejor: su presencia, su consuelo y su formación.El apóstol Pablo supo lo que era clamar intensamente por algo bueno y recibir un “no” divino. Tres veces rogó para que se le quitara su aguijón, y la respuesta fue: “Bástate mi gracia” (2 Corintios 12:9). Dios no lo despreció. No ignoró su súplica. Simplemente le respondió con un “no” que estaba impregnado de gracia suficiente y poder transformador. El “no” de Dios no es ausencia de amor, sino manifestación de su sabiduría y propósito eterno.
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    42:23
  • Busca las cosas de ARRIBA
    Orar no es llamar a una pizzería.Vivimos en una época profundamente marcada por el consumo instantáneo. Desde el sofá de casa podemos pedir una pizza, una serie de televisión o un taxi con solo tocar una pantalla. Esta cultura de inmediatez, comodidad y satisfacción personal ha contaminado incluso nuestra vida de oración. Muchos cristianos, sin darse cuenta, abordan la oración como si se tratara de un "servicio al cliente celestial", un lugar al que acudimos solo para presentar pedidos, quejas o sugerencias. Sin embargo, orar no es llamar a una pizzería. No es levantar el teléfono espiritual para recibir una entrega de bendiciones a la puerta de nuestra vida. Es, más bien, un medio de gracia, un canal por el cual Dios obra en nosotros para prepararnos para la gloria.Orar es parte de nuestro proceso de santificación - Si la oración es un medio de gracia —como lo ha enseñado históricamente la Iglesia Reformada—, entonces no puede reducirse a un acto utilitario. La oración no existe para hacer nuestra vida más cómoda, sino para hacernos más semejantes a Cristo. En palabras del obispo J.C. Ryle: "La mayoría de los hombres al morir piensan ir al cielo; pero pocos se paran a considerar si en verdad gozarían yendo al cielo. El cielo es, esencialmente, un lugar santo; sus habitantes son santos y sus ocupaciones son santas. Es claro y evidente que para ser felices en el cielo debemos pasar por un proceso educativo aquí en la tierra que nos prepare y capacite para entrar."La oración es parte de ese proceso educativo. Es una escuela de santidad, donde aprendemos a despojarnos del hombre viejo y a vestirnos del nuevo, creado según Dios en justicia y santidad de la verdad (Efesios 4:24). En cada momento de oración sincera, el Espíritu Santo alinea nuestros afectos con los del cielo. Poco a poco, orar nos enseña a amar lo que Dios ama y a desear lo que Dios promete.Orar es buscar las cosas de arriba; el apóstol Pablo escribió a los colosenses: “Buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra” (Colosenses 3:1-2). Este mandato da forma a la verdadera oración cristiana. No oramos simplemente para obtener respuestas, sino para que nuestros afectos sean elevados. No buscamos sólo que se abran puertas en la tierra, sino que nuestros ojos se eleven al trono de la gracia, donde Cristo intercede por nosotros (Hebreos 4:16; 7:25).Debemos corregir el error del consumismo espiritual; cuando nuestras oraciones se reducen a listas de supermercado o cartas a Santa Claus, algo anda mal en nuestro entendimiento de Dios. En vez de confiar en su providencia, reclamamos lo que creemos merecer. En lugar de deleitarnos en Él, lo tratamos como un medio para alcanzar otros fines. Tal postura es una negación práctica del primer mandamiento: “No tendrás dioses ajenos delante de mí” (Éxodo 20:3), pues hemos hecho de nuestros deseos un ídolo y del Dios soberano un mayordomo celestial.
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    39:52
  • Tu POSTURA es lo de menos
    En muchas culturas religiosas, la oración ha sido acompañada de ciertos gestos corporales que buscan expresar reverencia, humildad o fervor. Levantar las manos, arrodillarse o incluso postrarse en tierra son manifestaciones visibles de una actitud de adoración. Sin embargo, desde una perspectiva bíblica, aunque estas posturas pueden ser útiles y simbólicamente ricas, la postura externa es lo de menos. La Escritura enseña que Dios no se impresiona por la forma sino por el corazón contrito y confiado que se presenta ante Él.La Escritura enseña que la esencia de la oración no está en el gesto, sino en la actitud del alma. El Salmo 51:17 nos recuerda que “los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios”.En la oración, no se trata de “convencer” a Dios mediante cierta postura, ni de repetir fórmulas ni rituales externos que lo obliguen a actuar a nuestro favor. La verdadera oración nace del reconocimiento de la soberanía absoluta de Dios, de su sabiduría, su bondad, y de nuestra profunda necesidad de Él.Orar es someterse a Su voluntad, no imponer la nuestra. Como Jesús mismo oró: “Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya” (Luc. 22:42). La mansedumbre no es debilidad, sino fortaleza rendida. Es saber que Dios sabe mejor, aunque su respuesta a nuestras súplicas no sea la que esperábamos.Dios es libre y soberano. Él no está atado a nuestros tiempos, formas o deseos. No hay postura, horario ni lugar que garantice la respuesta divina según nuestros términos. Como enseña el Catecismo de Heidelberg:“La oración verdadera es aquella que brota del corazón sincero, en el cual reconocemos nuestra necesidad, confiamos en la promesa de Dios y nos apoyamos solamente en Cristo, nuestro Mediador” (Heidelberg, P. 116–117).Dios puede responder “sí”, “no”, y cada una de esas respuestas será perfecta y misericordiosa. Nuestra paz no está en que Dios haga lo que pedimos, sino en que nos escuche conforme a Su voluntad perfecta (1 Jn. 5:14–15). La oración es más que un medio para obtener cosas: es un medio de gracia y comunión con Dios. El creyente no ora para manipular, sino para rendir su alma ante el trono de la gracia (Heb. 4:16), para encontrar consuelo, corrección, dirección y paz.Orar con mansedumbre es orar sabiendo que el Señor es bueno, aunque nuestra súplica no sea concedida de inmediato. Orar con dependencia es reconocer que sin Él no podemos nada (Jn. 15:5), y que en Él lo tenemos todo, aun cuando las circunstancias no cambien.LA DEVOCIÓN NO ES UNA POSE...La postura es lo de menos. Lo que Dios busca es un corazón rendido, confiado, dependiente. Si nuestras manos están levantadas, pero nuestro corazón está orgulloso, nuestra oración es ruido vano. Pero si nuestra alma se inclina en humildad, aun en el silencio o la informalidad, Dios está allí, escuchando con atención de Padre amoroso.La oración no es un acto mágico, ni un mecanismo de control. Es la expresión viva de una fe sometida a Cristo, confiada en Su soberanía y encendida por el Espíritu. Que oremos en la sala, en el cuarto, en el campo o en medio del tráfico —lo que el Señor ve es el corazón. Y un corazón humilde y confiado, nunca será desechado.“Dios no escucha nuestras oraciones por la elegancia de nuestras palabras, ni por la intensidad de nuestros gestos, sino por la fe sencilla que se apoya en Su misericordia” – Juan Calvino
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    41:39

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Generated: 4/25/2025 - 8:17:09 AM