Dios quiere que tengas grandes sueños.
En esta lectura, abordamos la figura de Abraham, un personaje central en la historia de las grandes religiones monoteístas. Se analiza cómo Abraham, a los 70 años, fue llamado por Dios para iniciar una nueva etapa en su vida, dejando atrás su hogar en Ur, una antigua ciudad de Babilonia en la actual Irak. A través de su historia, se revelan sus experiencias y logros, enmarcados por un contexto histórico que se centraba en Babilonia y Egipto, dos de las civilizaciones más poderosas de su tiempo.Al llegar a su vejez, Abraham enfrenta una crisis existencial. A pesar de su éxito, se siente frustrado por no tener un heredero, ya que su mayordomo sería quien heredaría sus bienes. En este momento de dolor, Dios se dirige a él, instándolo a salir de su hogar y mirar hacia el cielo. Se invita a reflexionar sobre la experiencia de estar bajo un vasto cielo estrellado en el desierto, y Dios le promete que su descendencia será tan numerosa como las estrellas y las arenas del desierto, un claro símbolo de la grandeza de su futuro legado.La promesa de Dios a Abraham es significativa porque trasciende el tiempo. La relevancia de Abraham se extiende más de 3,500 años, y se discute cómo las tres grandes religiones—judaísmo, cristianismo e islam—consideran a Abraham como su patriarca. Esta conexión nos hace reflexionar sobre la extraordinaria influencia de un hombre que vivió en un contexto tan limitado, y cómo su fe ha impactado a la mitad de la humanidad en la actualidad.A lo largo de la lectura, se enfatiza la importancia de tener sueños grandes. Se presenta a Dios como un ser grande que desea lo mejor para sus creyentes, animándolos a vivir vidas fecundas y abundantes, similares a la de Abraham. La noción de ser magnánimos se introduce como un llamado a cultivar un espíritu generoso y elevado, a no conformarse con pequeñas aspiraciones, sino a aspirar a una grandeza fundamentada en la fe.La metáfora de la metamorfosis es utilizada para ilustrar cómo Dios transforma nuestras vidas. Se compara a la oruga, que antes de su metamorfosis es vista como un ser limitado, con el hermoso resultado de su transformación en mariposa, simbolizando el potencial que todos tenemos para cambiar y superarnos. A través de ejemplos como Pedro y María, se reafirma la idea de que, independientemente de nuestras circunstancias iniciales, Dios tiene el poder y el deseo de hacer de nosotros algo grandioso.Finalmente, la lectura concluye con un llamado a la fe y la generosidad, instando a los oyentes a creer en su propio potencial y a ver a Dios como el agente de las transformaciones en sus vidas, llevando una existencia iluminada y llena de propósito. La comunidad se invita a mantenerse firme en sus creencias, recordando siempre la grandeza del propósito divino en cada vida.