Demencia
Un capítulo de Espanto
Te han dicho que es demencia. Que el viejo balbucea cosas sin sentido. Que sus delirios son solo eso: desvaríos.
Mentira.
La verdad es más sucia. Más antigua.
Él no ha perdido la cabeza… la ha entregado.
Porque alguien tiene que vigilar la grieta.
Alguien debe mirar al abismo todos los días, mientras el resto del mundo duerme.
Y ahora, ese maldito deber es tuyo.
Demencia no es enfermedad. Es condena.
Sumérgete. Métete hasta el fondo. Pero si oyes que algo golpea del otro lado… no abras.
Ni por un segundo
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22:09
El señor de madera
El señor de madera
Un capítulo de Espanto
Hay cicatrices que no cierran.
Un niño arrancado del mundo en los 80. Ninguna explicación. Solo silencio, traumas y un diario que nunca debió escribirse.
Treinta años después, los amigos de aquel niño —ya adultos— reviven el horror que se arrastraba entre los árboles.
Y lo peor es que aún está allí.
Esperando.
Con su cara vacía. Con su cuerpo hecho de odio y madera podrida.
No es nostalgia. No es un recuerdo. Es una maldición.
Sumérgete en este abismo.
Lee con nosotros el diario. Mira lo que él vio.
Pero no pronuncies su nombre.
El Señor de Madera ha despertado.
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30:03
Se alquila
Dicen que las paredes guardan memoria. Que un lugar puede vaciarse de muebles… pero no de intenciones. Esta noche, acólitos del terror, les abrimos la puerta de un piso en alquiler. No tiene fotos. No tiene historia. Solo espera. Porque no todo hogar necesita habitantes… a veces, solo necesita a uno solo. Y que ese uno esté lo bastante hueco como para dejarse llenar.
“Se alquila” no es un aviso. Es una trampa. Y una vez que entras, ya no queda nadie para salir.
Bienvenidos a Espanto. Donde el espacio vacío… nunca está del todo solo.
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39:00
La cáscara
Acólitos del terror…
Hay cosas que solo se ven en la carretera cuando nadie más está mirando.
Cuando la noche es cerrada, el motor ruge como un corazón nervioso y el bosque se vuelve una boca abierta.
Esta vez, lo que escucharán no es una historia. Es un testimonio. Crudo, entrecortado, real.
Un camionero, un trayecto solitario, y la figura pequeña —demasiado pequeña— de un niño a un lado del camino.
Pero lo que encontró entre los árboles no era un niño.
Era una forma prestada. Una piel vacía. Una cáscara…
Algo había adentro. Algo que quería ser visto.
Y lo fue.
No hay mapa que te lleve a ese lugar.
Solo la voz de quien volvió para contarlo… o al menos, para intentarlo.
Prepárense, acólitos.
Esta vez, no hay adentro ni afuera. Solo está la cáscara
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41:00
No cesa
Acólitos del terror…
Esta noche, abrimos las puertas a una historia donde el agua no limpia ni arrastra: devuelve.
Lo que alguna vez se perdió bajo las olas no descansó… esperó.
Una mujer sola. Una casa frente al mar.
Y una carta —empapada, deformada, imposible— que la marea empuja hasta su puerta.
Solo cinco palabras: No mires al agua.
Pero, ¿cómo ignorar lo que llama desde lo profundo? ¿Cómo cerrar los ojos cuando lo que acecha tiene el rostro de un hermano muerto hace años?
Esta historia no habla del mar.
Habla de lo que se arrastra fuera de él.
Prepárense, acólitos.
Lo que van a oír… no cesa.