EP104 Microorganización
Hoy quería compartiros algunas ideas sobre microorganización,
un concepto que empecé a utilizar hace tiempo, no sé si existía ya o no, es
probable que no, yo no había oído hablar de él, desde luego, y este término
nació dentro de mí de forma natural al ir integrando pequeñas acciones diarias
que mostraban tener un poder transformador en la vida de una persona. En la mía
y en la de mis clientes como organizadora profesional.
Son pequeñas acciones diarias pueden transformar no solo
nuestro hogar, sino nuestra manera de vivir y sentirnos en él. Y muchas de
ellas extrapolables a otros ámbitos de nuestra vida que también necesiten ser
organizados.
El psicólogo y autor, James Clear, en su libro Hábitos
Atómicos, lo resume de manera perfecta:
"El cambio no es algo que sucede de repente; ocurre en pequeños pasos
diarios que se acumulan con el tiempo".
Además, la antropóloga Mary Douglas, en su obra Pureza y
Peligro, explica que el orden en nuestras vidas, incluso en las cosas más
pequeñas, nos ayuda a encontrar un sentido de pertenencia y control. Este
control, aunque sea sobre algo tan simple como organizar un cajón o dejar las
llaves siempre en el mismo sitio, puede aportar estabilidad en medio de la
complejidad de la vida moderna.
Hoy te traigo 7 microhábitos que tienen el potencial de
transformar tu día a día. No requieren grandes inversiones de tiempo o dinero,
pero sí constancia y un poco de reflexión sobre cómo queremos vivir nuestras
vidas.
1. Busca tu ritual rápido de ‘efecto dominó’
Antes de empezar cualquier otra actividad, dedica cinco
minutos a ordenar algo pequeño en tu espacio inmediato, como la mesilla de
noche, tu cartera o un rincón del salón. Según estudios de la psicología
conductual, comenzar el día con una tarea breve pero concreta genera un efecto
de "dominó positivo" que mejora la productividad.
Dedica unos minutos a pensar en la suma de pequeñas acciones
que haces al levantarte y encuentra en alguna de ellas un punto de mejora que
puede ser tu ‘pieza dominó’, aquella que encadene otras a continuación que no
te traerán más que mejoras y cosas positivas. Por ejemplo, aprovechar la pasta
de dientes cuando se está acabando, dedicar dos segundos a colocar bien la
toalla en el toallero y no dejarla hecha un buruño, ventilar tu habitación
aunque sea un par de minutos, devolver los zapatos que haya en tu habitación a
su lugar o dejar la encimera del baño vacía y recogida antes de irte a
trabajar.
Elige solo uno de ellos y observa que otras piezas de dominó
‘caen’ detrás de él. Si pones el foco en ello, seguro que detectarás más de
una, quizá que devuelves la jarra de café a su sitio después de servirte, que
cierras las puertas de los armarios de la cocina, algo que habitualmente se te
pasa por alto, o que te sientes más motivada o motivado a hacer limpieza de tu
bolso antes de salir de casa o a apagar todas las luces, cosa que a menudo se
te olvida antes de salir de casa.
2. Elimina las "zonas muertas" de tu hogar
Identifica los espacios donde tiendes a acumular cosas sin
sentido (como la esquina de la cocina o el recibidor) y establece un
microhábito: cada vez que pases por allí, recoge un objeto y llévalo a su lugar
correcto. Este gesto, según el sociólogo Erving Goffman, puede ayudarte a
mantener una narrativa de orden en tu vida cotidiana. Y es sencillo de
incorporar porque no abruma. Sabes que solo tienes que devolver a su lugar una
sola cosa, tardarás apenas unos minutos y estarás trabajando tu
microorganización, fundamental para llevar una vida organizada.
Pero hay que empezar poco a poco, con estos microhábitos, no
queriendo ser de golpe una persona que no eres.
3. Un sitio para cada cosa y cada cosa en su sitio
Asigna un espacio específico a los objetos pequeños que
siempre se pierden, como las llaves, auriculares o cargadores. Según la
antropología del espacio, cuando cada objeto tiene un lugar, reducimos el
"ruido visual", mejorando nuestra capacidad de concentración y
relajación.
Esta, junto al exceso de objetos en los espacios, es la gran
causa del desorden. Exceso de cosas y falta de disciplina para devolver cada
cosa a su lugar. Muchas veces nos quejamos amargamente de que no conseguimos
tener nuestros espacios en orden. Reduce el número de cosas que tienes y deja
cada una en su sitio después de usarla. Te garantizo que así conseguirás mantener
el orden.
Es un hábito de microorganización que multiplica tu
bienestar exponencialmente. Cada vez que te des cuenta de que vas a dejar por
ahí en medio algo que no tiene lugar asignado, párate, piensa y asígnase un
lugar, preferiblemente cerca de donde lo uses habitualmente. Y devuélvelo
siempre ahí después de usarlo. Esto generará en ti una sensación de paz, de
control y de seguridad, que se reafirmará cada vez que busques algo y lo
encuentres en su lugar.
4. Momento diario de limpieza
Cada uno tenemos unos hábitos de organización. Para unos es
la agenda, en papel o digital. Para otros las listas de tareas. Para otros el
dejar a la vista las cosas pendientes, como llevar a coser un pantalón o
entregar un papel firmado en el colegio de los hijos.
Sea cual sea tu método de organización, haz limpieza del
mismo cada día. Fíjate lo que te digo: cada día. No digo que cada día te pongas
a organizar la agenda de todo el año, a vaciar la bandeja de entrada del correo
si la tienes llena o la bandeja física del hall de entrada a tu casa si está
llena a rebosar.
Pero sí digo que revises y limpies lo que ese día a
producido. En el correo electrónico, por ejemplo. Al final de la tarde o un
rato antes de acostarte, revisa los correos recibidos ese día, borra los que
sean de publicidad o suscripciones si no te interesan. Y archiva los demás en
su carpeta correspondiente: lecturas pendientes, dar respuesta … lo que sea. En
cuanto a la bandeja física, la de las llaves de casa, revisa qué has puesto ahí
durante el día que no debe estar ahí y, si no están allí los básicos que
necesitarás a la mañana siguiente, como llaves del coche o del garaje y gafas
de ver o de sol, búscalo en ese momento y déjalos allí preparados. Si eres de
listas, tacha todo lo que hayas hecho y pasa a días futuros las tareas
pendientes.
Así te acostarás con una sensación de tranquilidad y de
tener tu vida organizada.
5. Aplica la regla de “un toque"
Soy una enamorada de esta regla porque es sencilla y muy
efectiva. Cada vez que toques un objeto, decide qué hacer con él de inmediato:
guardarlo, tirarlo o usarlo. Por ejemplo, si abres un paquete, desecha la caja
en ese momento. Según investigaciones sobre toma de decisiones, esto reduce la
sobrecarga mental al eliminar pequeñas dudas constantes.
Si acabas de terminar de leer un libro, en cuanto lo cojas
piensa si quieres conservarlo, donarlo o reciclarlo. Y, según lo que decidas,
guárdalo en la parte de arriba de tu librería, en la zona de libros ya leídos, o
ponlo en el lugar que tengas asignado para donación a la parroquia o a una ONG.
Pero no lo termines y lo dejes en tu mesilla de noche porque echará raíces ahí.
Ni lo lleves contigo de pase a la cocina mientras meriendas, porque cualquier
otro asunto requerirá tu atención y ahí se quedará durante un par de semanas.
Regla de un toque. El primer toque que le des a una cosa que
sea el definitivo para llevarla a su lugar o destino actual. Que no vaya
haciendo paradas por toda la casa porque hay una elevada probabilidad de que,
al menos ese día, no acabe en su sitio.
6. La "micro-purga" diaria
Cada noche, elige un solo objeto que no necesitas y
deséchalo, regálalo o recíclalo. Antropológicamente, este acto conecta con
rituales de renovación, al liberar espacio y simbolizar un cierre diario.
Y aligerar tu espacio físico te transmite la sensación de
estar aligerando una mochila de piedras que levas a la espalda. Cuando voy a
ordenar una casa, siempre me encuentro objetos que llevan apoyados en un lugar
años sin que nadie se haya planteado qué hacen ahí ni se les de ningún uso. Por
ejemplo, una mano matamoscas, una raqueta rota, pilas gastadas o botes vacíos
de cualquier cosa.
7. La espera activa
Mientras esperas que el microondas caliente tu comida o el
agua para el arroz hierva, haz una micro-tarea como limpiar una superficie,
vaciar el lavavajillas o sacar a descongelar la comida del día siguiente. Según
la teoría de las "microtransiciones", estas pausas mejoran la
sensación de fluidez en el día.
Seguro que has visto memes en redes sociales acerca de todo
lo que hace una mujer mientras espera que hierva el agua para cocer los
macarrones. En 8 minutos ha vaciado el lavaplatos, metido en bolsas
individuales los bocadillos de los hijos, cepillado las zapatillas del mayor,
peinado al pequeño y planchada la camisa del marido. En comparación, te ponen
la imagen del hombre esperando a que hierva el agua de los macarrones. Esos 8
minutos los dedica a esperar a que hierva el agua para los macarrones.
Bueno, estos son bromas y exageraciones, pero tienen un
fondo de realidad. No se trata de tener que ser productivos cada minuto del
día, pero sí de incorporar microhábitos que nos ahorren tiempos muertos que,
acumulados, nos permitan tener más tiempo de descanso y de disfrute.
Se trata de microhábitos que incrementan mucho tu
productividad diaria y te despejan tiempo para descansar o para compartir con
los tuyos, además de que te estructuran la cabeza porque agrupas las acciones
que tienes que hacer en un mismo lugar en un solo momento.
La microorganización no es solo una estrategia para mantener nuestra casa
ordenada, sino un recordatorio constante de que los pequeños pasos pueden tener
grandes impactos. Cuando convertimos estos hábitos en parte de nuestra rutina,
no solo organizamos nuestros espacios, sino también nuestras mentes y nuestras
vidas.
Recuerda, como dijo James Clear: “Cada acción que repites
es un voto por la persona que quieres ser”. ¡Gracias por acompañarme en
este episodio! Te espero el próximo sábado para hablar de otro tema que nos
acerque a una vida más organizada y plena. ¡Hasta la próxima!