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Escríbeme pronto

Jennifer McNamara
Escríbeme pronto
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  • Los miedos que no son fantasmas
    ¿Prefieres escuchar esta carta con todo y mi voz? Activa el audio con el botón👆🏼Querida persona que me lee:Seguramente ya has leído o visto por ahí esta teoría de que para tener más productividad hay que conocer tus ciclos de energía diarios. He de decir que, desde que soy consciente de que no soy precisamente una morning person, le saco más provecho al mediodía y a mis tarde-noches.Pues estoy casi segura de que semejantes ciclos también suceden a lo largo del año. Hasta 2025, es decir, hasta este año fui consciente de que en el primer y último trimestre es cuando históricamente escribo más.(Debí habérmelo imaginado el día en que se me ocurrió “Escribe antes de Navidad”, una especie de reto de escritura tipo inktober, pero en diciembre).Pues esta época del año me encanta porque los colores son más lindos (aquí no tenemos árboles naranjas, pero habemus cempasúchitl). De pronto los aromas son diferentes (me encanta el olor a incienso de ofrenda de Día de muertos) y, bueno, es válido hablar de fantasmas y, más adelante, de Navidad.Pero no quiero hablar de fantasmas hoy, sino de miedos de adultos. Así que en el menú de hoy encuentras:* 💽 Un generador de música, para que no seas tan presa de tu propio algoritmo* 🖊️ Un cuento sobre castillos en las nubes* 💭 Una reflexión sobre algo de miedo que no es terror… ¡O algo así!Hace unos días, gracias a otro newsletter descubrí una cosa portentosa.Al menos desde mi perspectiva, que le tengo miedo a que el algoritmo me cicle.Quizá hayas oído de los libros tipo 1001 cosas que hay que hacer antes de morir. Como 1001 libros que hay que leer antes de morir, 1001 películas que hay que ver antes de morir, mil y un lo que quieras; existe un laaargo etcétera en la lista que ya incluye treinta mil spin-offs (o sea, diría mi madre: ediciones que son la misma gata pero revolcada).En 2005 se lanzó 1001 álbumes que hay que escuchar antes de morir. Pues resulta que hay un generador diario de esa lista de álbumes. Sólo es cosa de que visites la página, nombres tu proyecto y, si quieres, pones un mail para que te llegue un álbum aleatorio de la lista para que lo escuches. Le das a un botón de tu preferencia y lo puedes escuchar en la plataforma que quieras (Spotify, Apple Music, YouTube, Tidal, etcétera).Apto para melómanos porque los discos van de cualquier género: pop, jazz, rap, dance, rock. Llevo yo tres discos y sí, son buenos discos. Me ha tocado rockcito con Sister, de Sonic Youth; hip-hop, con The Score, de Fugees; y pop con Madman Across The Water, de Elton John.Te dejo el enlace para que oigas música diferente.El castilloDesde la torre, él admiraba la lluvia como si fueran escamas de plata. Su castillo, su fortaleza, se alzaba poderosísima. No sobre una colina. No en un peñasco escarpado. Su hogar no necesitaba protegerse con diques. Las nubes para eso fungían.El mortal que llegara a vislumbrar esa morada creería que ahí habitaba un dios. No estarían equivocados, de alguna manera. Nadie nunca se había acercado lo suficiente, pero si alguien navegara entre la niebla de sempiterno rocío, admiraría una belleza brutal y oscura. Una edificación hermosa y temible a partes iguales. Gárgolas y vitrales que hablaban las lenguas de las escalas de grises.Él estaba aburrido. Los dioses también podían aburrirse; por si te lo preguntabas. Yo estaba sentado detrás de él, esperando a ver si ahora sí decía algo. Para ser muy honesto, ya no estaba seguro de que el problema fuese el aburrimiento. Quizá sólo estaba triste, muy triste. Como decían los mortales ahora, a lo mejor padecía depresión. Podría yo ir a los vastos jardines brumosos y sacar de ahí a algún psiquiatra. Alguno debía haber entre todos los estratocúmulos de doctores. Porque los abogados duermen en los cirrocúmulos. Los asesinos prefieren los cirros y los mentirosos los nimbos.No debería estar diciéndote esto, pero tampoco es que aquí se nos dé mucho cumplir con los deberes. Al escritor ése florentino se le ocurrió decir que vivíamos bajo tierra y ahí creen que seguimos. En realidad, para que escribiera eso prometimos un rotundo éxito. Le cumplimos. Nunca dijimos que sería bestseller mientras viviera. Mucho menos prometimos salvarlo del exilio.¿Qué se hace cuando tu señor cae en mutis? Se me ocurre otro término moderno: estrés postraumático tardío. Podría ser. ¿Pero en serio le tomó millones de años que el bajón le pegara tras la guerra de guerras?Él admiraba la lluvia, sus escamas de plata. Hic sunt dracones, escribiríamos en el mapa del celaje.—Jefe —me atreví a decir, enrollando la colita. —¿Qué le pasa?Para mi sorpresa, escuché un carraspeo grave, proveniente de la garganta del silencio.—¿Señor? —insistí.—Utukku.Había dicho mi nombre.—¿Sí?—He cometido todos los pecados. ¿Verdad?—Claro, mi señor.—¡Pues no! Después de centurias, acabo de reparar en que me falta uno.—¿De los de las tablas? —pregunté.—No. De los importantes.—¿Cuál?—Enamorarme, Utukku. Enamorarme —sentenció Satanás, en un suspiro nebuloso.Aunque en estas cartas durante octubre y noviembre me doy permiso de hablar sobre el terror, hoy quiero discutir más que fantasmas, los verdaderos miedos que se me cruzan por la cabeza.Este fin de año, por ejemplo, estoy algo temerosa de mi salud. Me fui a hacer estudios y, aunque a primera vista no parecen desastrosos, son un claro signo de que me estoy pasando de lanza con mi cuerpo. Y el miedo a perder la salud es un miedo algo más maduro que, aunque tiene exorcismo, no me deja de rondar la cabeza.Es que quiero seguir cuidando gatos hasta muy entrada en años, eh.Por cierto que este par de años también fueron de mucho miedo en mi vida romántica. Ahora veo la luz al final del túnel y estoy tranquila. ¿Pero a quién le puede asustar La Llorona cuando está La Soledad y La Falta de Reconocimiento? (así, con capitalización en inglés).Los miedos evolucionan con nosotros. Como que la Inteligencia Artificial nos quite el trabajo o que dejemos de ver a nuestra familia por alguna razón.Aunque estos terrores diurnos tienen una ventaja: no es necesario llamar a sacerdotes o brujos. Basta con hacerles frente. Porque el miedo está para saltártelo.¡Hasta el jueves de podcast en No recomiendo!Recuerda que el último capítulo fue sobre la serie de Ed Gein y no puedes dejar de oírlo si te gustan las historias de crímenes y asesinos.¿Es tu primera vez? Te dejo más cartas aquí.Con cariño libre de miedos , J. McNamara, aka Geeknifer.Puedes ponerte en contacto conmigo por Instagram.Escucha esta newsletter en Spotify, Apple Podcasts y YouTube. This is a public episode. If you would like to discuss this with other subscribers or get access to bonus episodes, visit geeknifer.substack.com
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    8:04
  • No optimices tu domingo
    ¿Prefieres escuchar esta carta con todo y mi voz? Activa el audio con el botón👆🏼Si es tu primera vez aquí, o no, tienes que hacer de cuenta que te mandé esta carta. Tiene unas cuantas recomendaciones, un cuento y una reflexión, que puedes leer en el orden que quieras. No es un blog ni un newsletter corporativo. Es una carta para ti, que llega cada dos miércoles. Ahora sí.Querida persona que me lee:Empecé escribiendo esto en otra parte del mundo. Es una carta internacional. Claro, a menos que me estés leyendo o escuchando desde Dallas, Texas, en los Estados Unidos.Te cuento todo en la reflexión.La cosa es que en esa tierra ajena a la mía y en estos días de descanso he podido disfrutarme como nunca. Estuve a punto de autoponerme un reto de escritura pero luego dije: A ver, ¿por qué debería implantarme un “deber” en mi semana de vacaciones? ¿Por qué siento necesidad de llegar a mil palabras por día, cuando simplemente podría dejarme llevar y regocijarme en mis dedos sobre el teclado?No me quiero sentir culpable por no haber “aprovechado” estos días. Porque… ¿Desde cuándo los hobbies tienen que ser productivos? ¿Quién demonios decidió que nuestro tiempo libre también tiene que generar resultados cuantificables?Hoy te traigo una carta sobre eso: sobre el derecho a hacer cosas sin ningún propósito más allá del puro disfrute. Sobre la libertad de ser malos en algo y seguir haciéndolo. Sobre el placer radical de perder el tiempo en lo que nos dé la gana.En el menú de hoy:* 📕 Un libro sobre creatividad sin presión* 🔮 Un producto que celebra el tiempo perdido* 🖊️ Un cuento sobre extraños eventos en un edificio* 💭 Una reflexión sobre el descanso real¡Artistas y creativos paralizados! Oídme. ¿Acaso tienes la idea de que todo lo que crees debe ser perfecto, útil o monetizable?Tengo el libro ideal para gente como nosotros. Richard Holman identifica diez demonios creativos —desde la procrastinación hasta el miedo al fracaso— y te ofrece estrategias para enfrentarlos usando ejemplos de los grandes. Como que Leonardo da Vinci era un flojonazo de primera o cómo Marina Abramović contempla el éxito.Lo que más me gusta del libro, además de que tiene dibujitos brillantes, es que Holman no te vende la historia de que todos podemos ser genios si nos esforzamos lo suficiente. Al contrario, te dice que crear es difícil, que dudar es normal, y que la creatividad no tiene por qué resultar en una obra maestra o en dinero en tu cuenta bancaria.A veces crear es solo el acto de hacer algo sin más propósito que el hacer mismo. Es breve (168 páginas), con humor y liberador. Ideal para leer un capítulo antes de sentarte a hacer esa cosa que quieres hacer pero que tu cerebro insiste en sabotear con comentarios como: “No eres suficiente”.Creative Demons and How to Slay Them (Demonios creativos y cómo acabar con ellos) de Richard Holman lo encuentras en este enlace.A veces necesitamos perder el tiempo. Es hermoso aburrirse y los resultados de esta experiencia. En algún punto, llegué a un mapa del mundo de Star Wars donde puedes explorar planetas y viajar por una galaxia muy, muy lejana sin moverte de tu silla.¿Es útil? Para nada. ¿Vas a aprender algo que mejore tu vida? Probablemente no. ¿Te vas a pasar unos cuantos minutos explorando Tatooine, Naboo y todos los rincones del espacio exterior ficticio? Claro que sí.Si eres fan de Star Wars, vas a disfrutarlo. Si no lo eres, tal vez te conviertas en uno. O tal vez sólo pases quince minutos mirando y sigas con tu vida. Todas las opciones son válidas. Porque no todo, una vez más, tiene que ser productivo.Lo encuentras en este enlace. Tinta de octubreEstaba harto de dar vueltas por el depa como león enjaulado, mejor salí de casa. Quería encontrarme con otro ser humano. Mi víctima apareció ante mí antes incluso de abandonar el edificio.Me sorprendió que el poli se hubiera dejado el bigote. Estaba apoyado en la pared, tejiendo. Un hombre extraño, sin duda. Nuestras miradas se encontraron y sonrió mostrando sus nuevas coronas. Le hacían ver más turbio, pero seguro era más feliz.—Hola, don Mich. ¿Cómo va? —dije.El cubículo de vigilancia era un espacio más alternativo que galería de arte. La decoración estaba basada en donativos raros. Como una silla que se quejaba por todo. El poli del otro turno, Jhon, había perforado la pared y colgado la cornamenta de un venado. Sobre el escritorio había un mousepad en forma de estrella de mar, una cosa inútil; tanto por la forma del objeto, como porque los polis no tenían computadora.Más que cubículo de vigilancia, parecía cuarto de bruja.—Pues más o menos, don Toño. Un imprudente toqueteó tanto el botón del portón que ya jodió el mecanismo automático.—Ha de haber sido el pesado del 33. El otro día se la hizo de tos a la de la limpieza porque casi le barre los zapatos.—Qué le digo, hay gente peor que la picadura de cien mosquitos.En ese momento, apareció ante nuestros ojos una figura de tronco chueco y harapiento. Parecía un error en aquel lugar. Uno muy ornamentado, eso sí. Tenía pinta de haberse puesto de acuerdo consigo mismo para ponerse encima todas las ropas que la gente le regalaba. Era listo, nuestro indigente de la cuadra, porque con el frío ártico que estábamos padeciendo, su original estilo lo protegía.Aunque yo sabía que uno de los polis y él eran rivales. No me podía acordar de cuál de los dos vigilantes le traía bronca, eso sí.Intercambié la mirada de un personaje a otro, esperando una explosión, sin abrir la boca, con miedo a que mis palabras fueran el botón que detonara una horda bulliciosa de luciérnagas del pugilismo verbal.No hubo necesidad. Solitos empezaron.—Vete al infierno —dijo el recién llegado.Esta declaración fue desconcertante por su simpleza y porque venía acompañada de cierto tufo a cebolla que el harapiento esquelético provocaba. Lo olía incluso pasando la puerta de cristal de la entrada.—A ver si aprendes tu lección, Casimiro. Que nada más pasas a decir babosadas cuando el cubículo está vacío.—¿Como que cuando está vacío? —intervine.—Pues hay que ir al baño, de vez en cuando, don Toño. A ver, entonces, Casi, sáltate el bonito saludo y dámelo.—Bueno, pues tenga su premio —el indigente le pasó por la ventanilla un frasquito que tenía una enorme araña dentro. Recibió 50 pesos.—Don Mich… ¿Qué es eso? —pregunté, nervioso.—Pues la decoración de octubre señor. Es lo único que nos falta para empezar la temporada. ¿A poco no tenía hoy ganas de salir de su depa?Me quedé en silencio y escuché el silencio rebotándome a mí. Demasiado silencio. Nadie en el edificio.—¿Me quieres decir que diablos pasa?—Pues eso. Unos cuantos diablos nada más. Es para darle atmósfera al lugar. Pero lo preferimos vacío.La lóbrega sonrisa de coronas me convenció. Decidí salir del edificio sin reparar en Casimiro y le llamé al administrador.No me creyó cuando dije que unos brujos se apropiaron del lugar. Así empezó octubre.¿Qué diablos hacía yo en una tierra tan… agradable como Dallas, tomado en cuenta el momento político en el que estamos?Bueno, estaba siendo presa del capitalismo tardío, del fanatismo desmedido y de querer visitar a mi hermano. Todo a la vez.Lo primero, porque maldita sea, muchas cosas son más baratas en Gringolandia. Tales como mi vicio máximo (después de las bebidas espirituosas y dormir hasta tarde), a saber, comprar velas aromáticas.Lo segundo, porque fui a ver nada más y nada menos que a mis empacadores favoritos, que no empacan nada sino que juegan futbol americano. O eso dicen que hacen porque los vi EMPATAR. Ver empates en el fut americano es como presenciar el cometa Halley. Así que puedo seguir diciendo que nunca he visto a mi equipo ganar en vivo.Los mexicanos, consumidores de la fanfarria gringa. Pero hey, vi al Mariachi Vargas de Tecatitlán en vivo.Lo tercero es autoexplicativo. Mi hermano es mi hermano. Es gran cocinero y, aunque elige los peores lugares de la Unión Americana para residir, es genial y punto. Pero me estoy desviando. ¿Qué tiene que ver eso con los hobbies productivos?Vivimos en una época extraña donde hasta nuestro tiempo libre está bajo escrutinio. Leemos para “ampliar nuestra cultura”. Vemos documentales para “aprender algo nuevo”. Hacemos ejercicio para “optimizar nuestra salud”. Todo tiene que justificarse, medirse, convertirse en algo útil.Pero no necesitas justificar tu tiempo libre. No tienes que ser bueno en tu hobby. No tiene que generarte ingresos pasivos. No tiene que impresionar a nadie en redes sociales. Tu hobby puede ser simplemente algo que te gusta hacer, incluso si no sirve para nada.La obsesión con los hobbies productivos es sólo otra manifestación del mismo capitalismo tardío que me lleva a comprar velas metiéndose en cada rincón de nuestra vida. Como si nuestro valor como personas dependiera de cuánto podemos producir, incluso en nuestras horas libres. Como si descansar de verdad —sin aprender, sin mejorar, sin crear— fuera una pérdida de tiempo.Pero el descanso real no es productivo. El juego genuino no tiene objetivos.Así que aquí está mi invitación: encuentra algo que te guste hacer sólo porque te gusta. Lee ese libro sin valor literario. Mira esa serie que todo el mundo dice que es basura. Pierde tres horas en Wikipedia leyendo sobre temas random. Arma ese rompecabezas que nadie más va a ver.Y hazlo sin culpa. Porque tu vida no es un proyecto de optimización constante. A veces, solo eres un ser humano pasando el rato.¡Hasta el jueves de podcast!¿Es tu primera vez? Te dejo más cartas aquí.Con cariño libre de productividad,J. McNamara, aka Geeknifer.Puedes ponerte en contacto conmigo por Instagram.Escucha esta newsletter en Spotify, Apple Podcasts y YouTube. This is a public episode. If you would like to discuss this with other subscribers or get access to bonus episodes, visit geeknifer.substack.com
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    11:34
  • Agujeros de conejo digitales (y reales)
    ¿Prefieres escuchar esta carta con todo y mi voz? Activa el audio con el botón de arriba 👆🏼Si quieres vivir la experiencia que tuvo Alicia cuando se cayó en el agujero de conejo y llegó al país de las maravillas, sólo es cosa de que abras una ventana de un explorador de Internet y te pongas a saltar de hipervínculo en hipervínculo. Link tras link acabarás llegando a la profundidad de la psique humana moderna. ¿Y te digo una cosa? A veces da miedo.El tema de lo inquietante en Internet me apasiona y por eso te llevaré por algunos de mis recorridos favoritos en forma de carta digital. Acércate un café, té, cerveza o lo que quieras, que hoy esta carta está para leerla o escucharla en paz.En el menú de hoy hay:* Una reflexión 💭 sobre lo inquietante en Internet* Un producto 📰 indispensable si eres hablante de español (o mexicano).* Una recomendación 💡 para creadores y escritores en Internet.Aviso parroquial:En un accidente feliz resulta que alguien se refirió a esta carta como mi “podcast de los miércoles”. Dando a entender que No recomiendo llega los jueves (algo que ha pasado por accidente, no porque lo hubiera planeado así). Así que ahora habrá Escríbeme pronto en miércoles quincenal y No recomiendo los jueves quincenal. Empecemos…“Tú y tus pinches canciones raras”, dijo mi hermanita la última vez que se subió a mi coche. Traía yo puesta una rolita rusa que habla de aplicaciones digitales que producen dolor y tiene fuerte contenido sexual.Pero como está en ruso, nadie se da cuenta.¿Cómo la descubrí? Bueno, gracias a lo social en Internet, o sea, con personas reales compartiendo una misma computadora.En los albores del internet, habían experiencias sociales alrededor de sus primeros productos, como hemos hecho siempre con algo que produce contenido para consumirse.Me refiero al fino arte de juntarse alrededor de una fogata a escuchar historias.Experiencia que digievolucionó en escuchar la radio en grupo. Ya sea para enterarse de cómo iba la guerra, o más para acá, poner La Corneta en W-Radio para hacer enojar a la fresa de la oficina.Muchos de nosotros todavía tenemos o sabemos de la experiencia tribal que conllevaba tener una tele en casa. La familia se juntaba a presenciar un programa de cualquier tipo. Mi mamá, mis hermanitos y yo teníamos una en la cocina y la hora de la comida era cuando se compartía la caricatura del momento con nuestros comentarios idiotas de fondo.Pero no todo son historias bonitas y caricaturas. No sé si en español haya una palabra similar a la alemana unheimlich. Que se usa para referirse a una experiencia que es entre familiar y aterrorizante. Cuando sabes que algo no está exactamente bien en algo que debería estar bien.Mis experiencias favoritas en Internet tienen que ver con eso. Recuerdo el día en que mi hermanito llegó a mi lado y vaya usted a saber por qué agujero de conejo se metió —uno que seguro tenía que ver con los Happy Tree Friends— pero me recomendó una serie británica animada, rarísima, llamada Salad Fingers.Nos pusimos a verla juntos. Fue una revelación. Yo habré tenido como unos 13 años y mi hermano 10. Los episodios eran raros, atractivos y morbosos.El personaje principal se llama Salad Fingers y es una especie de criatura humanoide masoquista que parece vivir en un mundo post-apocalípitico. La serie trata temas como la muerte (incluyendo la autoinfligida e infligida a otros, si entiendes a lo que me refiero); contiene bastantes referencias sexuales y… no sé, provocaban algo inquietante. Pero maravilloso.A mis 13 años entendí que la humanidad no siempre tiene que mostrarte su mejor cara para juzgarla de maravillosa. Como la música siempre fue lo mío, Salad Fingers me llevó al este. Quién diría que las alianzas británico-rusas se darían por agujeros de Internet y no sólo para acabar con los alemanes.Entre que me sentía medio darks en esos tiempos y que veía cosas raras, en YouTube me aparecieron videos de un animador llamado Kol Belov. El primero que vi fue un video musical de un grupo llamado Theatre of Poison. Veinte años después todavía traigo la canción en el coche recordando doctores de la peste negros con fondo rojo.Kol Belov tiene también animaciones sobre mafiosos en Marte sufriendo un desastre tipo Chernobyl, de unas criaturas extrañas pariendo y sobre situaciones que prefiero ni nombrar pero que tienen que ver con falos y que por algún agujero legal YouTube no ha retirado....Y hoy nos espantamos porque las nuevas generaciones vean inodoros y cámaras de seguridad en Skidibi Toilets.Otras animaciones espantosas hechas por oootro ruso loquito, pero más modernas.En los tiempos en los que veía estos videos de Kol Belov, también empecé a tener algo de fe por la democratización del contenido en Internet. Porque lo mismo veía animaciones flash del italiano Bruno Bozzetto en Peor es nada punto com; que guardaba los guiones completos en mi cabeza de “sistema vampisec”, tributos un tanto misóginos de village people y, si me das cuerda, canto “hola, soy un ladrón, soy un matón, soy un ases… ¡soy Menem!”.Nota al margen uno: Oficialmente mi madurez se basa en saber qué fue Elcerebro.com.Nota al margen dos: Por supuesto que a mis 13 años yo no tenía ni idea de quién rayos era Carlos Menem.En fin, me estoy desviando.Decía yo que sí hay un componente social en Internet. Dicho componente también me llevó a leer y compartir creepypastas. En palabras llanas estas son leyendas urbanas de internet, una joya de la ficción contemporánea. Mismas que leía yo en voz alta a mis amigas, todas con pelos de punta, haciendo mis pininos de locución.En esos años de secundaria, ellas y yo moríamos de miedo con videos estúpidos de supuestos fantasmas. Nos juntábamos cinco o seis sobre la computadora. Un par de adolescentes en dos sillas, las demás hincadas y paradas en una mesa de madera.La mayoría de las veces eran videos cualquiera en los que espantaban al final con un grito y la foto de la niña de El exorcista. Todavía tengo la imagen de una amiga que se cayó abierta de piernas, porque estaba sentada en la mesa y resbaló, mostrando sus bonitos calzones a la audiencia de chamacas, porque traíamos la falda de la escuela.Iba a decir que esa fue mi primera aproximación al terror, pero no me refiero a mi amiga tirada en el suelo abierta de patas (saluditos, Dani), sino a los creepypastas que leíamos según que para tranquilizarnos.Mi favorito hasta la fecha es el de los 12 sonidos, que venía con dos archivos de audio. ESO era narrativa transmedia y no payasadas: un texto acompañado de dos archivos mp3. La idea de esta leyenda urbana es que si oyes uno de los doce sonidos sin oír el sonido número ocho, se te aparecen cosas.Claro que no se te aparece nada.Aunque yo, por las dudas, sí escuché el ocho.Este recuento anecdótico es sólo para recordar que los seres humanos podemos producir obra, porque claro que todo esto que menciono son productos culturales, que rayan en lo inquietante y que dan algo de emoción extraña consumirla.En retrospectiva, ¿debí consumir este contenido con la edad que tenía en aquel entonces? ¿Me preocupa lo que ven los menores de edad hoy? Mdeh. Creo que hay riesgos más feítos en Internet que mirar animaciones que dan miedo o que te producen piel de gallina porque sabes que hay algo raro. Hoy me parece más grave el ciberacoso que incluye instar a alguien a arrebatarse la vida.Eso da más miedo que una figura humanoide diciendo que las cucharas oxidadas se sienten padre.Pero bueno, Internet es el lugar donde las maravillas suceden… No siempre de la manera en la que esperamos las maravillas.El problema de estudiar Internet es que todo sucede demasiado rápido. Por eso los grandes estudios sobre la red van con bastante atraso. La academia es más lenta que el caballo del malo y para cuando por fin se da cuenta de qué pasó en la primavera árabe, la cosa ya está muerta y con varios cambios de gobierno de por medio.Por tanto, siempre he sido fan de las publicaciones de periodistas que discuten Internet. Porque ellos no necesitan la revisión de diez mil colegas e investigan fenómenos únicos y efímeros.Apunte al margen, por si te interesa el tema: Creo que el mejor de esta banda es Ryan Broderick que escribe Garbage Day (mejor nombre para una publicación que se trata sobre la porquería que hay en Internet no pudo haber). Aunque está Nick Catucci y Kate Lindsay con Embedded, Social Signals by GREG SWAN y Deez Links, de Delia Cai. Mención honorífica a Laura Olin por dar listas digeridas.¿Qué tienen en común todos estos monitos y monitas?… …. … ¡Adivinaste! ¡Son gringos!Pues el algoritmo substackero hizo algo bien y me llevó a Internet me está consumiendo. Una publicación de un ser que sólo me había topado en X. Ustedes no deberían saberlo, pero antes pasaba mucho tiempo en Twitter. Luego decidí ser feliz.¿Quién es Ayax, el creador de IMEC [Internet me está consumiendo]? Pues es un periodista, que como muchos periodistas (me han contado que eso pasa), decidió irse a los bajos mundos del Internet y ser desarrollador. Pero todos los periodistas son medio adictos a su oficio. Decidió abrir el proyecto para escribir de forma recurrente. Para que nos demos idea, escribe desde los 12 años sobre Internet. A esa edad tenía una página de noticias de Digimon. Este proyecto que trae es por puro amor al arte y lo edita junto con Maximiliano, quien es cineasta pero que ayuda a Ayax a pelotear ideas, darle una leída a los textos y hacer sugerencias. En palabras de Ayax: “Es como mi Robin”. Recomendación no pedida: consíguete un sidekick cool. Me encantó lo que dice Ayax sobre la cultura de internet. En sus palabras:Me ha tocado vivir un montón de vidas aquí. Mucho de eso se siente justo como una vida, con sus propias dinámicas, héroes, villanos y ritos. Pero siempre se pierden. porque todo en Internet es efímero. Entonces quise tomarme en serio lo que ocurre en Internet, la cultura de cada comunidad, las dinámicas, su lore interno y dejar registro de todo esto que me parece muy importante. […] Internet me está consumiendo es una crónica humorística semanal sobre la cultura del Internet y lo que esto dice sobre nosotros. A veces la cultura en Internet son las siniestras maquinaciones de la derecha gringa y a veces es un tiburón con tenis que hace reír a los niños.Ya te dejé el enlace arriba, pero inserto aquí la primera carta que le leí a Ayax y su liga de la justicia; me tuvo muuuy divertida. Pásate por ese artículo, dale me encorazona, comparte lo hecho en México e invítale un cafecito a Ayax:Esta recomendación es para ti si escribes o creas contenido. Y para ti si te gusta el chisme de Internet.El otro día me di cuenta de que tenía varias newsletters sin leer. A la vez, quería hacer ejercicio. Así que dije: ¿Por qué no me pongo a escuchar estas cartas mientras ando brincoteando por mi estudio?Desde hace algún tiempo, Substack te permite incluir una voz superpuesta, también conocida voz en off. Hay de dos sopas: que la subas tú (como hago yo religiosamente) o que configures la herramienta propia de Substack para que una voz generada por inteligencia artificial lea tu artículo.Internet es maravilloso, ¿no?Bueno. El ejercicio fue de risa loca por dos razones:* Algunas partes son leídas con un tono medio gringuillo espantoso que depende de la voz predeterminada que elijas y de los símbolos que escojas (ya llegaré a ello).* También me doy cuenta de que, a quienes escribimos (en realidad, a cualquiera), nadie nos enseñó cómo funciona la accesibilidad en internet.¿A qué me refiero? Bueno, imagina que alguien que no puede ver entra en esta carta y quiere escucharla. ¿Qué hace? Pues le da play al botón de arriba.Pero si no tienes tiempo, ganas o habilidad de ponerle voz en off a tu correo, pues que la inteligencia artificial lo resuelva. Lo hacemos con esperanza, pero el resultado puede provocar un: San-ta ma-dre de Cris-to ven-ce-dor.Se lo ponemos muy difícil a la audiencia. Pero lo vamos a ver (pun-intended) a través de esta lista. Ojo, nadie me pidió esta puntuación y discúlpenme queridos creadores si están nombrados, pero es con fines divulgativos. Son los elegidos sólo porque les tocó que escuchara sus correos mientras trataba de hacer ejercicio. Piensen que normalmente las asesorías de accesibilidad se cobran, pero este repaso les va gratis, gratis.Quien lo hizo muy bien:* Amaya Ascunce Fuera del acento gringo tratando de leer en español, todo bien. Lo único que le recomendaría es probar con otras voces en off (como la mía) para ver si este audio medio chocante y autogenerado se quita.Quien lo hizo bien:* Jorge HernándezCasi podría darle una medalla al ejemplo perfecto. Si quieres que una voz en off lea como escribes, escribe como hablas. Jorge lo hace así.Hace unos días, alguien me acusó de mamadora (sic) por escribir “equis ele” en vez de XL para referirme a una talla. Bueno, si quiero que el lector de pantalla diga equis ele, mejor lo escribo, porque si no acabará diciendo algo como “ecs el”, en modo angloparlante.Lo único que se oyó fuera de lugar en la carta de Jorge fue que, en vez de enumerar los doce pasos de alcohólicos anónimos, lo hizo con un guarismo y luego con una diagonal (/). Por lo cual el lector dice “uno, barra” en vez de sólo leer el guarismo. No inventemos el hilo negro. El formateo de números está puesto para quien escribe por algo. O escribamos el número y tan tan.* Samuel Domínguez Sospecho que es por la voz elegida, pero la voz en off se le ocurre decir quote cuando abre y cierra comillas. Otra opción es usar itálicas. Como estas. O probar con comillas latinas. «¿No alguna vez las defendió Samuel?»Mi recomendación: que cambie de actor artificial. O que me vuelva a invitar a Miradero.Quien lo hizo espantoso:* Soy MiauNo tiene configurada la voz en off y yo quería maullidos digitales. Meow.* El ingrediente secreto Lo siento Alba, me encanta tu contenido, pero esa carta que escuché es el premio al horror accesible.Vamos a ver por qué:El problema de introducir a una escritora sin un título y sólo confiando en la inserción de su newsletter es que el lector automático no distinguirá esa parte y fue difícil darme cuenta que de pronto no era Alba hablando, sino Pepa Cartini.Tengo la duda genuina de si el formateo de este post es por un simple “copy-paste”. Los saltos de línea están en lugares francamente extraños. Supongo que es la típica falta de formato cuando copias y pegas un pdf. Esto también es para recordarles a quienes escriben que cuando puchan “enter” hacen que un lector de pantalla haga una pausa también. ¡Tómenlo en cuenta,para los que escriben como gurús del marketing,con muchos saltos de línea! O si escribes haikus.¿Cómo puede resolver un creador de contenido este problema de accesibilidad?* La mejor solución: Me das a leer tu texto, colaboramos y se expande el contenido. Te juro que yo sí respeto comillas y autoformateo el texto en mi cabeza antes de leerlo. Mándame un mensaje directo, soy locutora gratuita aquí. (Sí, normalmente cobro).* La más o menos solución: Experimenta con las voces de Substack. Las encuentras desde Panel de control > Voz de lectura en voz alta.* La solución que no me gusta nada porque quiero locutar más pero que te voy a decir porque quedamos que Internet es un lugar maravilloso: Speechma. Subes tu texto, te da una locución decente, la subes en Substack. De nada.Espero que te haya divertido este País de las maravillas de lo inquietante. ¡Hasta el JUEVES de podcast!¿Es tu primera vez? Te dejo más cartas aquí.Con cariño libre de virus,J. McNamara, aka Geeknifer.Puedes ponerte en contacto conmigo por Instagram.Escucha esta newsletter en Spotify, Apple Podcasts y YouTube. This is a public episode. If you would like to discuss this with other subscribers or get access to bonus episodes, visit geeknifer.substack.com
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    15:56
  • La cuarta vez fue la vencida
    ¿Prefieres escuchar esta carta con todo y mi voz? Activa el audio con el botón de arriba 👆🏼Querida persona que me lee:¿Qué hace un artista o una persona creativa cuando está bloqueada? Sí, claro, además de llorar en un rincón y acabarse un bote de helado (me han contado que eso pasa). Pues empiezas El camino del artista, escrito por una señora llamada Julia Cameron.Se trata de un libro-curso de 12 semanas para gente que tiene cierto llamado al arte pero vive en las sombras.Resulta que el domingo de esta semana tuve mi última reunión en línea con las maravillosas personas con las que compartí ese camino y siento como cuando terminas una serie que te cambia la vida. No como cuando acabas un reality show cualquiera, sino cuando terminas una serie que llevas años siguiendo.Y te quedas con esa sensación de: ¿Ahora qué? Con un huequito en el corazón porque una veintena de personas se me volvió importantísima.Esta es la segunda vez que puedo terminar el curso (porque lo puedes hacer cuantas veces quieras) y lo reafirmo: el truco es hacerlo con personas. Pero esta vez la sentí muy distinta porque de alguna manera facilité el grupo.Compruebo que es un camino difícil, porque no sólo te hace replantearte el camino artístico sino la vida en sí.Así que… en el menú de hoy hay:* 📚 Un libro: El camino del artista de Julia Cameron (pero esta vez hablaré de por qué hacerlo en grupo).* 🔮 Un producto: Un hack súper simple si usas Google Calendar.* 💡 Una rolita: Una bendita serendipia.* Y el cuento y la reflexión de siempre (el cuento es sobre un grupo de apoyo).Este libro salió en 1992. Intenté hacerlo por primera vez por ahí de 2016.Fracasé.Luego en 2018.Fracasé.Lo abandonaba siempre hacia la semana cuatro porque: o decía que no me daba tiempo o porque había demasiada espiritualidad en el libro. La verdad es que hacer un trabajo de autoconocimiento creativo en soledad da miedo.Lo retomé sólo porque la fabulosa Francis Moricete creó un grupito para recorrerlo. De alguna manera, esta suerte de presión social me hizo seguir. Me encantaba ver las transmisiones en vivo de Franz (¡APROVECHO PARA DECIRTE QUE CORRAS A SUSCRIBIRTE A SU NEWSLETTER!) Y me gustaba verlas sabiendo que ella y otros personas nos acompañábamos.¿El resultado? Es mucho más difícil que me tome días libres de newsletter o podcast. Aprendí que la vulnerabilidad compartida es más poderosa que la motivación individual. Y que a veces necesitas testigos para creer en tu propia transformación. El camino del artista lo puedes conseguir en Amazon con este enlace.Es cierto que me estoy haciendo de comunidades digitales. Soy parte de los conejillos de indias, digo, de la comunidad digital de Norka 💡, que es absolutamente genial. Esto que abrió apenas se llama “El club de la constancia” y es mi pretexto perfecto para seguir escribiendo por aquí.Hay dos cosas que esta gurú ha dicho que tengo grabadas.* Una: ten honestidad sobre tu energía al día.* Dos: no necesitas aprender a usar una nueva herramienta para hacer las cosas que ya haces.Entonces: Como yo ya uso Google Calendar en el trabajo, me bloqueo mis tiempos. Estoy consciente de que soy un ave nocturna. A las seis de la tarde soy un avión, y me siento con la energía como si fueran las once de la mañana, así que es mi tiempo ideal para escribir.Va el ejemplo gráfico (medio falso, porque en realidad uso mi cuenta del trabajo):Bloqueo un espacio de una o dos horas (por cierto, de las cosas más bonitas que hay en el Calendar de Google es habilitar la opción de horas del mundo adicionales a la izquierda, que sirve para cuando trabajas o te encuentras con personas de otras partes del orbe), y le pongo su propio color.Para el trabajo, morado. Para la escritura, rojo. Con estos tiempos bloqueados me enfoco en una sola tarea.Pausa comercial para decir que encuentro una chispa de felicidad cuando aparece en Spotify que dos de mis artistas favoritos hacen algo juntos por serendipia.Desde hace un rato sigo con ahínco a la señorita Luisa Almaguer. Me encanta su estilo porque son canciones que puedo cantar sin problema cuando estoy en mi auto… ¿Sabes lo difícil que es para esta pobre contralto encontrar canciones con las que no tenga que batallar con los agudos?Hay jiribilla en esto porque Almaguer es una chica trans. Nota al margen: alguna vez le apareció a uno de mis amigos en Bumble y le rogué que le diera like para pedirle su autógrafo.El autógrafo todavía no llega.Camilo Lara es la persona detrás de uno de mis proyectos musicales favoritos: El IMS. El Instituto Mexicano del Sonido.Pues ambos hicieron esta colaboración re-bella para una serie que no he visto (y que dudo ver, la mera verdad). Pero la canción: 10/10.Grupo de ayuda—Mi nombre es Roberto y llevo dieciséis días limpio.Aplausos moderados resonaron en el salón de la parroquia. Roberto se aclaró la garganta y continuó.—Ayer casi recaigo. Tenía todo listo, había apartado las horas, pero cuando llegó el momento... me fui a hacer otra cosa. Acabé viendo TikToks hasta las dos de la mañana.—¿Qué ibas a hacer, Roberto? —preguntó la facilitadora.—Mi último cuento. Lo tengo pendiente desde febrero.Una mujer en la segunda fila levantó la mano.—Mi nombre es Sandra y soy igual que Roberto. Ayer también toqué fondo. Estaba ahí, frente a la computadora, con el documento abierto, y de repente me levanté a limpiar el refrigerador. Terminé reorganizando toda la despensa.—¿Qué documento, Sandra?—Mi tesis. La defensa es en tres semanas.Roberto asintió con comprensión fraternal.—Lo entiendo perfectamente. Odio que mi cerebro juegue conmigo en ese momento y me susurre cosas como: “¿Y si mejor ordenamos los cables del cajón?”.—Exacto —Sandra suspiró—. Ayer gasté dos horas investigando la mejor manera de doblar las camisetas. No he hecho la tesis, pero ahora tengo un método japonés perfecto. Que seguro nunca usaré.—El primer paso es admitir que somos completamente incapaces de hacer las cosas cuando se supone que las tenemos que hacer —dijo Roberto.—Amén —respondió Sandra.La facilitadora sonrió y escribió en el pizarrón: "Procrastinadores Anónimos - Sesión 847".—¿Alguien más quiere compartir su progreso esta semana?Si buscabas “artista” en el pequeño Larousse (tómala, qué vieja estoy) encontrabas un grabado de un artista en un estudio que parecía parisiense. Si no sabes qué es el pequeño Larousse, sáltate este párrafo, disfruta de tu vista 20/20 y que no te da resaca después de la fiesta.La cosa es que desde el siglo XVIII vivimos en una cultura que romantiza al artista solitario. El genio incomprendido que crea obras maestras en la soledad de su estudio mientras el mundo no lo entiende. Es una narrativa bonita, pero también es una mentira que nos mantiene aislados y, muchas veces, bloqueados.El camino del artista en grupo me enseñó algo que ningún libro de autoayuda había logrado: que la creatividad no es un acto individual, es un fenómeno social. Cuando compartes tus procesos creativos con otros, no solo te vuelves más constante. Te vuelves más valiente.Mi grupo se convirtió en algo más que 24 personas (sí, éramos 24) haciendo ejercicios de un libro. Se volvió un laboratorio de vulnerabilidad donde podíamos experimentar con versiones nuevas de nosotros mismos. Lo más lindo de esta edición no fue seguir el libro, sino saber que cada domingo iba a ver a artistas como yo.Me preguntarás: ¿todos acabamos el camino y cumplimos todas las tareas?¡Por supuesto que no! Pero estoy segura de que cada persona descubrió algo importante y valioso como artista. Nunca tomé captura de pantalla de esas llamadas, pero las fotos mentales jamás se me borrarán. Las risas, las manitas levantadas, las confesiones fuertes. Gracias, cofrades de mi corazón.Para mí, la gran revelación: no necesitas ser artista para beneficiarte de un proceso creativo. Necesitas ser humano. Y los humanos, resulta, funcionamos mejor en manada. Incluso para crear.Si hay algo que me llevo de estos tres meses, más allá de los proyectos que terminé o los bloqueos que deshice, es esto: crear en comunidad no te hace menos artista. Te hace más humano. Y resulta que ser más humano es exactamente lo que tu arte (sea cual sea) necesita.¡Hasta el miércoles de podcast!¿Es tu primera vez? Te dejo más cartas aquí.Con cariño libre de virus,J. McNamara, aka Geeknifer.Puedes ponerte en contacto conmigo por Instagram.Escucha esta newsletter en Spotify, Apple Podcasts y YouTube. This is a public episode. 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  • Las cosas raras que te van a hacer feliz
    ¿Prefieres escuchar esta carta con todo y mi voz? Activa el audio con el botón de arriba 👆🏼 Querida persona rara (y maravillosa) que me lee:Hay una pregunta que me viene rondando desde hace semanas: ¿por qué las cosas más específicas, más nicho, más aparentemente absurdas son las que nos felicidad más pura? O sea, hay un Substack de una mujer que habla de cabañitas. Sí, no es broma. Miles de suscriptores interesados en cabañas.No hablo de la alegría obvia de un helado en verano o un abrazo después de un mal día. Me refiero al sentimiento inexplicable que nos confiere, por ejemplo, escuchar a alguien tocar un instrumento que ni sabíamos que existía.Por eso el menú de hoy incluye una zanfoña (ya te platicaré qué es, no tienes que googlearlo) 🎻, un sitio para que hagas tus próximas mezclas de sonidos especiales 💿 y un cuento sobre lo que la pandemia también pudo esconder 🦠.A veces hay accidentes afortunados. Como el que pasa cuando un francés toma un instrumento que básicamente no ha evolucionado desde el siglo XII, le mete algo de percusiones de fondo y termina haciendo electrónica experimental.La zanfoña o hurdy-gurdy es un instrumento de cuerda que pareciera un violín mecánico. Las cuerdas le vibran gracias a la fricción de una rueda que gira con una manivela.A ver, confieso que tengo los oídos medio descompuestos. El comediante John Stewart hace poco dijo en un fabuloso video en donde al presidente Donald Trump no se le entiende nada por el sonido de unas gaitas que esos instrumentos eran casi que del diablo.Lo lamento. Me gustan mucho las gaitas: las escocesas, las cornamusas, las irlandesas (porque todas son distintas). En general, me encantan los instrumentos poco comunes.Bueno, pues Guilhem Desq toca la zanfoña. Su disco Visions suena como si hubieran invitado a un trovador a un rave clandestino. Es música para cerrar los ojos e imaginar cosas que no existen.Además del link en Spotify, te dejo un video de YouTube para que veas cómo rayos se toca esta invención medieval.A veces me convenzo de que Internet es el mejor lugar que existe sobre la tierra. Nuestra mayor creación. Sobre todo para los ociosos y obsesivos. No vamos a decir como quién, porque en una de esas acabas poniendo “Jennifer McNamara” en Google y dios sabrá que te pueda salir.Si la zanfoña te abrió el apetito por los sonidos raros, te recomiendo que abras ahora mismo mynoise.net: el parque de diversiones para los oídos.Olvídate de quedarte dormido con el sonido genérico de lluvia. Mynoise.net te permite tener un paisaje sonoro y modificarlo a tu gusto. Yo pasé varios minutos ajustando el mío para regresarme a las costas irlandesas. Cualquiera que me conozca sabe que es de mis lugares favoritos sobre la Tierra.¿Quieres mejor el ruido de biblioteca antigua? Ahí está. O tal vez prefieres un café parisino a las tres de la tarde.Te recomiendo jugar a ser el DJ de tu paisaje auditivo. Es mil veces mejor para la concentración trabajar con ruido de fondo a tu gusto que con cualquier canción que me digas.TlalpanLa pandemia detuvo casi todo. Pero en la esquina de siempre se apostaban cinco mujeres en minifalda. Al menos no hacía tanto frío en abril. Cuatro charlaban entre ellas, no traían cubrebocas puesto, porque la vida les exigía mostrar también sus rostros para llamar la atención de los automovilistas que se detenían rápidamente.Su trabajo era de alto riesgo. Ellas sabían que en cualquier momento podría llegar la policía, ahora con más razón, para detenerlas; no por faltas a la moral, que quizá había, sino por riesgos de la salud. No de la sexual, sino de la población.La única muchacha que no hablaba con sus compañeras sí que traía cubrebocas y se paraba erguida, a diferencia de las demás, que se balanceaban de una pierna a otra para presumir las caderas.Con todo, el primer coche de la noche se detuvo frente a la oveja negra. El conductor bajó la ventana.—Qué responsable, reina. Hasta con cubrebocas y todo. —Hay que tener precaución —respondió ella con voz oscura. —Anda, sube. Vamos a desafiar la precaución.Ella no tardó en subirse al carro y él no tardó en acariciarle las piernas a través de las medias caladas. Era lo usual. No hablaría de dinero sino hasta subir a la habitación. Esto era una especie de prueba gratis.Ella entró primero al cuarto que olía demasiado a pinol. Sin preámbulo se deshizo de la gabardina y dejó su negligé negro a la vista. Su cliente la miró apabullado.—¿Te vas a quitar ese cubrebocas? —Aún no hablamos de números. —Primero tengo que ver tu carita, chula. Así negociamos mejor.La mujer se quitó el cubrebocas y quedó al descubierto un rostro pálido cincelado por ángeles.—Tienes cara de puta cara.No hubo tiempo de hablar de tarifas y eso fue lo último que el cliente dijo. La mujer se abalanzó sobre él, le clavó su par de colmillos en la garganta y él quedó sin una gota de sangre.El coronavirus sabía horrible. Pero es lo que había.En la semana en la que no pasa nada, en realidad pasó de todo. De pronto recordé lo importante que es el arte para mí. Fui a un concierto de violín maravilloso, acudí al cine a ver una película romántica pero sesuda y yo misma al fin me desatoré de la aridez lectora y le empiezo a ver más forma al cuadro que estoy pintando.Hay algo profundamente humano en encontrar dicha en lo específico, en lo inesperado, en lo que no sabíamos que necesitábamos hasta que lo encontramos. Creo que tiene que ver con el hecho de que vivimos en un mundo que nos vende alegría empaquetada, pre-digerida, con manual de instrucciones.Pero la felicidad real, la que se queda contigo y te cambia un poquito por dentro, llega cuando menos te lo esperas. Cuando descubres que existe un tipo que dedica su vida a hacer música electrónica con un instrumento medieval. Cuando te das cuenta de que alguien se tomó el tiempo de grabar el sonido específico de lluvia cayendo en diferentes tipos de superficies para que tú puedas elegir exactamente la clase de lluvia necesitas hoy.Estas pequeñas rarezas, porque todos las tenemos, son puertas secretas a versiones de nosotros mismos. Son recordatorios de que el mundo es infinitamente más extraño, más rico, más lleno de posibilidades de lo que creíamos. Y eso, en sí mismo, es una forma de esperanza.Tal vez por eso nos gusta tanto compartir estos descubrimientos. No es sólo “Mira qué cosa tan cool encontré”, sino “Mira qué versión nueva de felicidad acabo de descubrir y que quiero que tú también tengas”.Porque al final del día, ¿no es eso lo mejor que podemos hacer unos por otros? Expandir el catálogo de cosas que pueden hacernos más humanos, una rareza a la vez.¡Hasta el miércoles (o jueves)!¿Es tu primera vez? Te dejo más cartas aquí.Con cariño libre de virus,J. McNamara, aka Geeknifer.Puedes ponerte en contacto conmigo por Instagram. This is a public episode. If you would like to discuss this with other subscribers or get access to bonus episodes, visit geeknifer.substack.com
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