Aquelarre creativo de fin de año
¿Prefieres escuchar esta carta con todo y mi voz? Activa el audio con el botón👆🏼Querida persona que me lee:Estamos en la delgada línea entre noviembre y diciembre. Lo cual se presta para hacer una mezcla entre Día de muertos y Navidad. Porque, por regla general, yo no canto villancicos sino hasta el primero de diciembre.Lo que ya hice, en un impulso de oferta, fue comprarme un árbol, y ayer estaba revisando los adornos con los que cuento. Entre luces enredadas (¿cómo le hace la entropía para enredar un cable guardado?), también di con juguetes para gato… que espero que me sirvan antes de que mis mercenarios peludos decidan acabar con la planta navideña.Los últimos días de noviembre huelen a buen ambiente para que las brujas hagan hechizos. El aire huele a transformación: a hoguera literal y metafórica. A la urgencia de crear antes de que el año nos abandone. Por eso traigo cosas bastante lindas en esta edición.En el menú de hoy hay:* Un libro para reapreciar la paz 📚* Dos discos que algo tienen que ver con magia 🎵* Un reto escritural disfrazado de calendario de adviento 💡* Un cuento de ese reto, que trata sobre un elevador 🖊️* Una reflexión sobre los destellos creativos de temporada 💭A veces leo por obligación. Por salir de mi zona de confort. Pero para este fin de año dije: Basta. Tomaré uno de los libros que tengo por ahí que en serio se me antojen.Se me antojaba transportarme a Medio Oriente. De la mano de Muhsin Al-Ramli llegué a conocer a tres amigos iraquíes; quienes, aunque siempre estuvieron juntos en la infancia, la vida y la guerra se hicieron cargo de apartar. Es una grandísima crítica a Saddam Hussein sin nombrarlo jamás.Los jardines del presidente empieza fuerte. Con la cabeza de uno de estos amigos en una caja de plátanos. No, en el pueblo donde sucede esto no hay platanares. Claro que no todo es tragedia, también hay historias de amor, hay descendencia, vida y la novela tiene varios pasajes que parecen sacados de cuento.Al-Ramli se encargó de que pusiera pies en polvorosa para este fin de año. Mientras nos debatimos si comprar árbol natural o artificial, hay jardines reales siendo irrigados… con sangre real. Feliz Navidad.Lo puedes conseguir en Amazon en este link.Más bien, un par de álbumes.Este otoño, dos bandas femeninas nos regalaron disco. Por un lado, Florence + The Machine lanzó Everybody Scream, nacido literalmente de las entrañas del dolor físico. Florence Welch casi muere en el escenario tras tener un embarazo ectópico, que condujo a un aborto natural. Tenía una trompa de Falopio rota antes de subir al escenario y cantó sin saber que tenía una cantidad de sangre en el abdomen equivalente a una lata de Coca-Cola.Diez días después estaba cantando de nuevo como si su vida dependiera de ello. Porque tal vez sí dependía.Las versiones de cámara (chamber versions) son particularmente increíbles. El disco huele a tierra húmeda, sabe a hierbas amargas, y suena como si las brujas de Salem hubieran tenido acceso a sintetizadores.El disco además habla sobre el sexismo, sobre sus experiencias recientes y sí, sobre un poco de hechicería.Mientras, The Last Dinner Party nos da “Desde la pira” From the Pyre; esto es lo que pasaría si Juana de Arco hubiera formado una banda de rock con las hermanas Brontë. Estos cinco seres (todas mujeres y personas no binarias) tomaron la hoguera medieval y la convirtieron en pista de baile. Con “Rifle”, por ejemplo, no sabes si quieres llorar o quemar algo… metafóricamente, claro, no promuevo la piromanía.Ambos discos abrazan la brujería desde ángulos distintos: Florence desde el ritual de sanación, Last Dinner Party desde la pira como renacimiento. Ambos disponibles en Spotify para tu aquelarre personal de camino al trabajo.Si te has estado perdiendo mi contenido de los últimos días en Instagram o Substack, te lo anuncio en este correo hoy. Estoy en un reto de escritura llamado Escribe antes de Navidad. Un calendario de adviento escritural para escritores y no escritores.Comenzamos apenas el lunes (24 de noviembre). Puedes revisar los prompts o disparadores para que escribas en mi post del sábado. Y te puedes apuntar en este formulario si además quieres revisar en donde compartir tus escritos con algunos tips de escritura e inspiración en correos adicionales.Piensa este reto como cajitas numeradas para que, en vez de encontrar un dulce, descubras u pretexto para armar una historia.Escribe una historia que tenga lugar completamente dentro de un elevador atascado:El elevadorVivir en el piso más alto me daba las vistas más hermosas de la ciudad. Pero también significaba pasar más tiempo en el elevador.En el 20, se subió una familia que me puso incómoda. El papá tenía cara de congoja, la madre lloraba y la niña veía hacia abajo. Estaban los tres vestidos de negro.En el 17, se subió el vecino y el único perro que odiaba en el edificio: un bulldog que apestaba. Siempre me pregunté si su dueño era consciente del olor. A veces, por deporte, me preguntaba a qué olería su departamento.En el 16 entró un hombre trajeado que pegaba gritos en el teléfono con quien parecía ser su asistente.En el 15 entró un chico muy delgado con una transportadora. No se alcanzaba a ver el animal que había dentro, salvo por algunos pelillos pardos.Y en el 14, el elevador se detuvo. Las puertas no se abrieron.Decidí romper el silencio.—¿No podría apretar alguien el botón de apertura de puertas?Fue la niña del vestido negro quien alcanzó el botón… equivocado, porque apretó el de cerrar puertas. Obviamente no produjo nada.El hombre del teléfono dio dos pasos para alcanzar el botón correcto.—¡Ya sé que no me oyes bien! Vengo en un elevador. Ash.De todos modos, tampoco pasó nada y el dueño del bulldog acabó por avanzar y tocar el botón de alarma. En vez del de SOS. Esto provocó un sonido infernal que puso a la niña a llorar, al bulldog a aúllar lastimeramente y al gato, ¡era un gato!, a bufar desde la transportadora.Abriéndome paso entre la pequeña multitud, toqué el botón de SOS, que detuvo la alarma y activó el interfón. Nos pidieron guardar la calma, no hacer movimientos bruscos y no tratar de solucionar el problema. Que alguien venía para acá.—Oiga, su perro huele horrible —decidió romper el silencio mi amigo enojado del teléfono.—Sí huele bien feo —dijo la niña sorbiéndose los mocos.Su papá le hizo una seña para que guardara silencio.—Es que tiene un problema renal. —Pobre —dijo el dueño del gato.Me sentí un poco mal. Sólo un poco.—¿Morirá pronto? —pregunto la mamá de la niña, quien lloró todavía más fuerte.—Eh… no lo sé. Espero que no —contestó el vecino bulldog, tenso.—Es que nos dijeron que un familiar acaba de fallecer —explicó el marido.—Lamento su pérdida. ¿Sabe? Yo trabajo en una funeraria, le dejo mi tarjeta —dijo seguro el hombre del teléfono.El papá de la niña agradeció mientras la pequeña veía al techo, como si esperara a alguien.—¿Tú llevas al gato al veterinario? —le pregunté al hombre delgado.—Sí. Aunque espero que no sea por algo tan cercano a la muerte.No sé con qué tono habrá dicho esto, pero el elevador rió entero, salvo la niña.Comprobé que las situaciones tensas podían también ponernos en modo vulnerable. Cada uno nos fuimos sentando y para matar el silencio nos pusimos a hablar de nuestros muertos más recientes. Un primo. Un hermano. Un amigo. El mío sí había sido un gato. El chico delgado me pasó una mano por los hombros y me abrazó. Fue lindo, fue natural.La niña viendo al cielo tenía razón, porque no pasó mucho tiempo para que abrieran el techo para sacarnos con una escalera.Mientras esperaba mi turno y veía la maniobra para cargar al bulldog, hice una mueca. Vivir en el piso más alto, al parecer, también traía aventuras incluidas. Traía la posibilidad de pensar que la muerte era menos tenebrosa cuando la vida se detenía por una causa mecánica.La creatividad no hiberna, solo cambia de atuendo según la estación. En primavera se viste de flores y renovación. En verano, de aventuras y sudor; nota aparte, he descubierto que soy bastante mala para crear en verano. En otoño, nuestra parte artística es nostalgia prematura. Pero en invierno la creatividad se pone su mejor atuendo de bruja, se envuelve en mantas que huelen a canela y decide que es momento de los rituales más profundos.No es coincidencia que tantas personas, incluyéndome, sientan el impulso de crear cuando los días se acortan. Es como si la oscuridad temprana nos recordara que el tiempo es finito, que el año se acaba, que si no escribimos esa historia, pintamos ese cuadro, o componemos esa canción ahora… tal vez nunca lo haremos.El final del año es una pira donde quemamos lo que no funcionó, pero también donde forjamos lo nuevo. Cada destello creativo es una chispa que dice: “Todavía estás viva, todavía puedes transformar, todavía hay tiempo”. Y lo hay. Siempre hay tiempo para honrar ese lado humano que insiste en crear belleza donde antes no había nada. Aunque sea diciembre. Aunque estés cansada o cansado. Aunque las luces navideñas sigan enredadas.La mera verdad: tu creatividad no necesita permiso ni temporada oficial. Solo necesita que le digas que sí cuando toque a tu puerta, vestida de bruja, de santa, o de lo que le dé la gana. Porque al final, crear es el acto más humano y más mágico que podemos hacer. Es nuestra pequeña hoguera personal contra la oscuridad.¿Es tu primera vez? Te dejo más cartas aquí.Con cariño libre de cosas Grinch,J. McNamara, aka Geeknifer.Puedes ponerte en contacto conmigo por Instagram.Escucha esta newsletter en Spotify, Apple Podcasts y YouTube. This is a public episode. If you would like to discuss this with other subscribers or get access to bonus episodes, visit geeknifer.substack.com