Los Otros Dioses (1921)
Los otros dioses, escrito por Lovecraft en 1921 y publicado años más tarde en The National Amateur (1923) antes de circular con mayor alcance, pertenece al ciclo temprano de relatos donde el autor explora una espiritualidad antigua y arcana, muy influida por la obra de Lord Dunsany. En este periodo, Lovecraft todavía no había consolidado el horror cósmico que lo haría célebre, pero ya se encontraba experimentando con la idea central que lo acompañaría durante toda su carrera: la insignificancia humana frente a fuerzas que superan cualquier mito, religión o relato ancestral. El cuento, protagonizado por Barzai el Sabio —un personaje que actúa como símbolo del orgullo humano por alcanzar lo prohibido—, presenta una estructura casi alegórica en la que los “dioses de la Tierra” quedan revelados como meras sombras de poderes mucho más antiguos e inaccesibles. Esta inversión de lo sagrado es uno de los primeros gestos literarios que anticipa la futura cosmología lovecraftiana.El contexto cultural en el que surge el relato combina nostalgia por el pasado con un creciente desencanto moderno. Lovecraft, profundamente atraído por la antigüedad clásica y las mitologías orientales, veía en ellas no solo belleza estética, sino también la manifestación de una edad dorada perdida. Sin embargo, en Los otros dioses esa nostalgia se vuelve amarga: los dioses tradicionales, aquellos que en los viejos cuentos representaban autoridad y misterio, se revelan como meros simulacros frente a entidades aún más remotas. Este desplazamiento refleja la inquietud intelectual de Lovecraft en una época marcada por cambios rápidos —científicos, sociales y filosóficos— que erosionaban certezas milenarias. De manera indirecta, el relato puede leerse como una respuesta a un mundo donde los antiguos órdenes culturales parecían insuficientes ante una modernidad tumultuosa.A nivel personal, Lovecraft vivía en una etapa de transición creativa. Sus relatos dunsanianos, escritos con una prosa más ornamentada y soñadora, representan un breve paréntesis entre el horror gótico de su juventud y la apertura hacia el horror cósmico de su madurez. Los otros dioses funciona como puente: mantiene el tono onírico, la geografía mitológica y el ritmo casi ceremonial propio de Dunsany, pero introduce un elemento crucial que será decisivo para el Lovecraft posterior: la idea de que existen jerarquías cósmicas inmensas, indiferentes, que sitúan al ser humano —y a sus creencias— en un nivel ridículamente pequeño. En este sentido, la caída de Barzai el Sabio no es solo una advertencia moral, sino una representación literaria del choque entre la presunción humana y un universo que no se deja escrutar.En retrospectiva, el cuento tiene un lugar estratégico en la génesis del mito lovecraftiano. Es de los primeros en sugerir que “detrás” de los dioses familiares hay otros más vastos, más crueles y más inalcanzables, anticipando la lógica que luego daría forma a Yog-Sothoth, Azathoth o los Primigenios. Así, Los otros dioses no solo refleja el clima cultural y espiritual de la década de 1920, sino que marca un paso importante en la evolución del autor hacia una concepción del terror que ya no depende de fantasías medievales, sino de la revelación de un cosmos radicalmente ajeno.